De Cabo Verde: el primer africano en el fútbol argentino, que se fue pegándole a un árbitro
Adriano Custodio Mendes llegó solo al país en 1974, fue dirigido por Bilardo en Estudiantes y enfrentó la discriminación con orgullo. Ahora, su país jugará el primer Mundial de su historia y él revive una vida de película.

La histórica clasificación de Cabo Verde al Mundial reavivó una historia única: la del primer africano que jugó en el fútbol argentino. Adriano Custodio Mendes llegó al país en 1974, sin hablar español y con una vida atravesada por el desarraigo y la discriminación. Formado en Estudiantes de La Plata bajo la conducción de Carlos Bilardo, el caboverdiano convirtió su recorrido en una lección de coraje y orgullo, dejando una huella silenciosa pero profunda en el fútbol nacional.
Desde aquel chico que bajó del avión con un cartel que decía “yo soy Adriano Custodio Mendes” hasta el hombre que decidió retirarse a su manera —tras darle una piña a un árbitro que lo había maltratado, cuando jugaba para Martín de Güemes de lo que hoy sería el Federal—, su historia combina rebeldía, dignidad y una identidad inquebrantable. En esta entrevista, con zeapp.site, el ex-Pincha de 63 años habla de su pasado, de las raíces que nunca perdió y del orgullo que le genera ver a Cabo Verde clasificado por primera vez a un Mundial.

—¿Qué sentís de haber sido el primer africano en jugar en el fútbol argentino?
—Para mí es un orgullo haber sido el primero. Un caboverdiano jugando en el fútbol argentino. Después vinieron otros africanos, pero fui el primero, y eso me llena de orgullo. Y hoy lo siento todavía más fuerte, porque para todos los que nacimos en esa isla, en ese paraíso, ahora tenemos una historia muy linda que contar. Cabo Verde se clasificó a un Mundial, y eso nos da otra historia además de la independencia de Portugal. Desde ahora mucha gente que no conocía el país va a saber dónde queda y cómo es. Estoy muy feliz.
—Cuando llegaste a la Argentina, ¿cómo hiciste con el idioma? ¿Y cómo viviste el tema de la discriminación?
—Me costó mucho. Todos saben por qué uno vino a vivir acá (sus padres murieron siendo él muy chico, y una de sus hermanas lo mandó a traer a la Argentina para que no estuviera solo). Con el idioma todavía sigo con el mismo problema: llevo 51 años en la Argentina y me cuesta hablar. Me río de mí mismo, pero si hablara perfecto estaría perdiendo un poco de mis raíces, y las raíces no se pierden nunca.
Con la discriminación, era distinto. Yo entraba a la cancha a divertirme. Si tenía una buena tarde y alguien me decía “negro”, me ponía loco y lo llevaba a mi juego. Una vez reaccioné mal, en un partido en la cancha de Boca, pero después nunca más. Siempre contestaba: “Sí, soy negro, pero soy la fantasía de tu novia”. Y así los descolocaba. Orgulloso de ser negro, siempre. Algunas veces dolía, pero aprendí a no engancharme.

—¿Cómo fue tu decisión de retirarte del fútbol de la manera en que lo hiciste?
—El fútbol es hermoso, pero tiene cosas feas. En mi época había árbitros que te insultaban, te pegaban un cachetazo y te decían: “Acá mando yo”. Yo me la aguantaba, pero un día dije: “El día que el cuerpo no me responda, me voy a ir a mi manera”. Y así fue. Me fui de la forma que quise.
—¿Alguna vez tuviste la posibilidad de jugar para Cabo Verde?
—No. En el año 82 o 83 hubo una posibilidad, un empresario me llamó porque estaba en una lista de la selección de Portugal, pero no se dio. Jugar para Cabo Verde en ese momento era imposible.
—Naciste en Cabo Verde y volviste después de muchos años. ¿Qué te generó esa vuelta?
—Volví después de 42 años. Una sobrina me escribió por Facebook, me dijo que era la hija de mi hermana y que su mamá no estaba bien, que siempre hablaba de su hermano futbolista en Argentina y que no quería morir sin verme. Eso me mató. Fui a una agencia, saqué el pasaje y estuve 30 días con ella. Me dijo: “No vuelvas en 42 años, porque no vas a encontrar a nadie con vida”. Le prometí volver a fin de año, y volví a los nueve meses. Fue muy fuerte.
—Fuiste dirigido por Carlos Bilardo, quien decía que el futuro del fútbol estaba en África. Con el tiempo y viendo los últimos mundiales, ¿sentís que tuvo razón?
—Tuvo toda la razón. Tuve la suerte de trabajar con él seis meses en Estudiantes, antes de que se fuera a la Selección Argentina. Era un tipo estudioso, vivía por y para el fútbol. Cuando decía eso, muchos se reían, pero hoy está más claro que nunca. Si armás una selección con jugadores africanos, tranquilamente puede ser campeona del mundo. Francia, Inglaterra o Alemania tienen muchos jugadores de origen africano. Bilardo lo vio antes que todos.
—¿Qué sentís con esta clasificación de Cabo Verde al Mundial?
—Orgullo. Lo que te decía al principio: hoy tenemos dos historias que contar, la independencia y la clasificación al Mundial. Ayer fue un día histórico para todos los caboverdianos.
—¿Te gustaría que en la fase de grupos toque Argentina-Cabo Verde? ¿Por quién hincharías?
—No soy hipócrita, no lo voy a caretear. Llevo 51 años en Argentina, soy de acá, mato por este país, tengo hijos argentinos. Pero mis raíces son mis raíces. Si juegan Argentina y Cabo Verde, voy a hinchar por Cabo Verde. Estoy agradecido a la Argentina por todo lo que me dio, pero uno no se olvida de dónde nació.
—¿Qué sabés de la liga de Cabo Verde? ¿Cómo se vive el fútbol allá?
—Es el único deporte. En cada esquina hay chicos con una pelota, descalzos. Las canchas son de tierra, con piedra, no hay potreros como los de acá. En muchos lugares ahora son sintéticas porque no crece el pasto. Cada isla tiene sus equipos: San Vicente tiene seis, Praia otros tantos, y se juega un torneo regional. Antes el campeón de Cabo Verde jugaba contra el campeón de Portugal. Una vez un equipo perdió 21 a 0 con el Sporting (el Mindelense, en un partido de la Copa de Portugal de la temporada 1970/71). Yo era chico y jugaba descalzo. Conocí las zapatillas recién a los 12 años.
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