Un dolor similar: Vladislao Cap, el técnico que murió mientras dirigía a River
Respetado como un caballero del fútbol, fue el único entrenador que pasó de un grande al otro: en mayo de 1982 dejó Boca y llegó a River. Fallecería muy pronto, en septiembre, a sus 48 años. Al año siguiente, Labruna murió mientras entrenaba a Argentinos, aunque fue velado en el Monumental.

Aunque todas las historias y en particular los duelos son diferentes, el impacto y la tristeza que sacuden a Boca y todo el fútbol argentino -Estudiantes, Central, Lanús y San Lorenzo, entre otros equipos- por la muerte de una de sus protagonistas más respetados, Miguel Ángel Russo, encuentran cierto paralelismo en el caso de Vladislao Wenceslao Cap, el entrenador que dirigía a River cuando falleció, el 10 de septiembre de 1982, a sus 48 años. Curiosamente, el “Polaco” había dirigido a Boca hasta hacía solo cuatro meses, en mayo de ese año, cuando con un intervalo de 10 días dejó ese club y firmó con su clásico rival. Fue la única vez que un técnico pasó de un grande a otro sin escalas.
Aunque Russo llegó a entablar una relación emocional y deportiva muy fuerte con la gente de Boca -a diferencia del efímero paso de Cap por River-, otros detalles resultan similares. Así como Claudio Úbeda reemplazó a Russo en los últimos dos partidos de Boca, Cap había permanecido internado los diez días previos a su desenlace fatal, lapso en el que River fue dirigido en tres encuentros por su ayudante, José Manuel “Pistola” Vázquez. El Polaco, también una persona muy querida por el ambiente -campeón con Racing e Independiente-, llegó a comandar 10 partidos oficiales a River entre el 18 de julio y el 29 de agosto de 1982. Sufría cáncer de pulmón.
Al año siguiente, el 19 de septiembre de 1983, River sufriría otro golpe, incluso mayor desde lo simbólico: la muerte de Ángel Labruna, entonces de 64 años, que aunque dirigía a Argentinos Juniors fue velado en el Monumental. Su último partido había sido paradójicamente contra River y en Núñez. Figuras del fútbol como Diego Maradona y de otros ámbitos como Roberto Goyeneche fueron a despedirlo al Monumental o el entierro en el cementerio de Chacarita.
En la lista trágica también integrada por otros protagonistas mayúsculos en la historia del fútbol argentino (Osvaldo Zubeldía al frente de Nacional de Colombia en 1982, José Pastoriza en Independiente en 2004 y el propio Diego en Gimnasia en 2020), el caso de Cap suele ser el menos conocido. El Polaco asumió a fines de mayo de 1982 en River, un club en el que ya había trabajado y del que además era hincha. “Vengo por el desquite, voy a ganar la Copa”, dijo en referencia a la inminente participación de su equipo en la Libertadores 1982. En sus dos pasos previos por River había sido jugador -buen volante central con quite, de corte defensivo-, a mediados de la década del 60, y entrenador de sus Divisiones Inferiores, a inicios de los 70.
La carrera del Polaco, sin embargo, estuvo lejos de identificarse únicamente con River -ni tampoco con Boca-. En su larga relación con el fútbol, se consagró campeón con Racing como jugador y de Independiente como técnico, además de haber participado en dos Mundiales con la selección argentina, -también- uno como futbolista y otro como entrenador.

Nacido en Presidencia Roque Sáenz Peña, en el interior de Chaco, en 1934, sus nombres tan poco habituales -Vladislao Wenceslao- se explican en las nacionalidades de sus padres: mamá rumana y papá ucraniano. A finales de los 40, su familia se mudó a Buenos Aires y se instaló en Barracas. La carrera de Cap comenzó en Arsenal de Lavallol, un equipo de Lomas de Zamora que entonces jugaba en el Ascenso de AFA, y continuó de manera ascendente: pasó por Quilmes -fue campeón de Primera B en 1953-, Racing -campeón de 1958-, la selección argentina -campeón en el Sudamericano 1959 e integrante del Mundial Chile 1962-, Huracán, River -91 partidos oficiales de 1962 a 1965-, Vélez y Porvenir Miraflores, de Perú.
En 1968 se convirtió en técnico y, más allá de tres etapas por clubes de Colombia, México y Ecuador, en Argentina dirigió a Ferro, las inferiores de River, Chacarita, el Independiente campeón del Nacional 1971, la selección argentina en el Mundial 1974 -a la cabeza de un triunvirato completado por Víctor Rodríguez y José Varacka-, Platense y, finalmente, Boca y River, aunque ambos en medio de graves problemas económicos.
Su paso por los dos más grandes, en 1982, hoy suena a ciencia ficción. Cap debutó en Boca el 15 de febrero de ese año, en la primera fecha del Nacional, y dirigió otros 14 partidos oficiales, hasta el 0 a 4 contra el Talleres de Labruna que dejó al Xeneize eliminado y sin chances de pasar a los cuartos de final. Faltaba una jornada para que terminara la primera fase pero Cap se anticipó y presentó la renuncia el martes 11 de mayo, en medio de las primeras manifestaciones de los graves problemas económicos que devorarían a Boca en 1983 y 1984.
En simultáneo a la Guerra de Malvinas, el fútbol seguía rodando -de hecho, la selección se aprestaba a la Copa del Mundo España 82, a jugarse al mes siguiente-. La carrera de Cap sumaría un inesperado vuelco sólo diez después de su salida de Boca, el viernes 21 de mayo, cuando acordó su ingreso a River, un club que -también asfixiado económicamente- buscaba el sucesor para Alfredo Di Stéfano, campeón en el Nacional 81 pero de esperpéntico Nacional 82, y recién renunciante. El 31 de mayo, un amistoso contra Loma Negra marcó el debut del Polaco como técnico de River. “Mi contrato es hasta fin de año, pero usted sabe cómo es esto”, dijo Cap con sabiduría de vida, aunque refiriéndose a los resultados.
En su corto paso -sólo tres meses- por la porción azul y amarilla del país, Cap al menos se había llevado una medalla: fue el técnico de Boca en su mayor goleada histórica a River en el Monumental, el 5 a 1 conseguido el 7 de marzo. El Polaco también había dirigido otro superclásico para Boca, el del 0 a 0 de la revancha en la Bombonera, el 25 de abril. Nadie entonces podría aventurar que en el Boca-River siguiente, también en la Bombonera pero por la Copa Libertadores, el 5 de agosto, Cap estaría sentado en el banco de suplentes visitante del mismo estadio -en otro 0 a 0-.
Tras el receso por el Mundial de España, Cap debutó oficialmente en River el 18 de julio de 1982, en la primera fecha del Metropolitano, con un triunfo 2 a 1 ante Argentinos. Dirigiría menos de un mes y medio, hasta el 29 de agosto, tras una derrota 1 a 2 ante Racing de Córdoba, en ambos casos en el Monumental. En total fueron 10 partidos oficiales, siete por el Metro -con tres triunfos iniciales y cuatro derrotas seguidas finales- y tres por la Libertadores -siempre como visitante, ante Boca primero y luego dos en Bolivia, ante The Strongest en La Paz y Jorge Wilstermann en Cochabamba-.

Según contaría después su ayudante, “Pistola” Vázquez -un ex jugador del Ascenso que Cap ya había incorporado a su cuerpo técnico en Boca-, el Polaco había manifestado sus primeros malestares antes de la segunda visita a Bolivia, el 20 de agosto. El técnico hablaba, en la intimidad, de un dolor entre el pecho y la espalda. Términos como “afección pulmonar” y “afección respiratoria” comenzaron a repiquetear en voz baja y, pese a que los médicos del club le recomendaron que se quedara en Buenos Aires, Cap igual viajó a Cochabamba para el partido ante Wilstermann. Quería ser el primer técnico de River en ganar la Copa.
Su equipo ganó 1 a 0 con gol de Antonio Alzamendi y encaminó la clasificación a la segunda ronda, ya las semifinales, que entonces se jugaban en triangular -River había perdido 1-0 ante The Strongest en La Paz pero luego la Conmebol se lo daría por ganado por mala inclusión de un jugador boliviano-. Visto a la distancia, los jugadores y el entrenador parecían vivir en un avión: River jugó -siempre con el Polaco en el banco de suplentes- el 20 en Bolivia ante Wilstermann, el 22 en Córdoba contra Talleres, el 25 en Italia en un amistoso contra el Nápoli y el 29 en el Monumental frente a Racing de Córdoba. Sería el último partido de Cap.
Al día siguiente, el lunes 30 de agosto, el Polaco fue internado en el Hospital Italiano. Las noticias fueron confusas, contradictorias. “Ya sale, es de rutina, apenas una dolencia”, minimizaron algunos. “Se queda por un tiempo largo”, aventuraron otros, más informados. Pero mientras River se limitó a confirmar que el equipo sería entrenado y dirigido por los ayudantes de Cap, “Pistola” Vázquez y José Manuel Ramos Delgado, en los diarios de la época aparecieron las primeras especulaciones sobre los reemplazantes del Polaco, pese a que aún vivía: Luis Cubilla, Omar Sívori, Roberto Perfumo, José Varacka, José Pastoriza e incluso el regreso de Labruna.
La siguiente presentación de River sería esa semana, el viernes 3 de septiembre, ante The Strongest en el Monumental, por la Copa. Esa misma mañana, en lo que sería su primer partido internado, Cap intentó convencer a los médicos para que lo dejaran acercarse al estadio, pero no lo consiguió. Su salud, además, terminaría de empeorar por la noche: en simultáneo al 4 a 1 de River con el debut de Pistola Vázquez como técnico interino, el Polaco sufrió un infarto en el hospital y fue derivado a terapia intensiva.

Vázquez, de sólo 32 años -que tal vez parecían más por su incipiente calvicie-, volvió a dirigir a River a las 48 horas, en el 0 a 0 ante Huracán del domingo 5 por el torneo local, en Parque Patricios. Los dirigentes comunicaron que esperarían la recuperación de Cap y que la prioridad sería su salud, pero ya sabían que su enfermedad era irreversible. River llegó a jugar un tercer partido con el Polaco internado, el 1 a 2 ante Rosario Central en el Monumental del miércoles 8 de septiembre, hasta que dos días después, en el atardecer del viernes 10 de septiembre de 1982, se confirmó la peor noticia: el fallecimiento del entrenador.
En épocas en que no se mencionaba la palabra cáncer, diarios cómo Crónica publicaron subterfugios como “penosa enfermedad en sus pulmones” o “atacado por un mal incurable”. River, por su parte, ratificó a Vázquez como entrenador para los siguientes compromisos -como Boca acaba de informar con Úbeda-: Pistola cerraría la primera fase de la Libertadores con un triunfo ante Boca pero luego, perjudicado por una insólita decisión de los dirigentes de preferir jugar contra Flamengo y Peñarol en las semifinales a cambio de beneficios económicos, perdió los cuatro partidos.
Considerado un caballero y un tipo noble -otra similitud con Russo-, al velatorio de Cap acudieron diversos representantes, incluso el presidente de la AFA, Julio Grondona. Diferentes clubes, como Ferro y Vélez, aportaron coronas. Fueron decenas de futbolistas, por supuesto también de Boca, entre ellos Hugo Alves y Mario Zanabria. El Polaco era el técnico de River pero los había dirigido apenas cuatro meses atrás.
Un año y pocos días después, Labruna fallecería mientras era técnico de Argentinos. Como una mueca del destino, su último partido -el 3 de septiembre- fue contra River, un empate 1 a 1 como visitante en el Monumental. El viernes 9 fue operado en la clínica Belgrano de la vesícula para la extracción de cálculos y se recuperaba de manera satisfactoria hasta que el lunes 19, un día antes del alta programada, no resistió a un paro cardíaco. A su velatorio, realizado en el gimnasio de básquet del Monumental, asistió una multitud: su cuerpo fue cubierto primero por una camiseta de Argentinos Juniors y luego por una bandera de River.

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