Diego contra Dios: su relación con la Iglesia, con el Papa Francisco y su construcción como divinidad
Maradona fue bautizado 67 días después de su nacimiento. A partir de allí, le exigió a Juan Pablo II que vendiera el techo del Vaticano, se convirtió en el primer hincha de Jorge Bergoglio y edificó su propia religión.

El turinés Carlo Maria Martini, filósofo, teólogo y egresado de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, autor de la tesis El problema histórico de la Resurrección en estudios recientes, convertida en uno de sus 50 librosde decenas de idiomas, se unió a la Compañía de Jesús a los 17 años y, luego de ser arzobispo de Milán y cardenal, reaccionó: “La iglesia está cansada en la Europa del bienestar y en Estados Unidos. Nuestra cultura ha envejecido, las casas religiosas son grandes y están vacías. El aparato burocrático eclesiástico se alza en el aire. Nuestros hábitos son pomposos”. Sin embargo, su cita llegó una década tarde: Diego Maradona, con los pergaminos de la infancia en Villa Fiorito, lo había notado con apenas un pie en la Plaza de San Pedro.
Cuando el brillo del Vaticano lo encandiló, Maradona, que no tenía teléfono para sacar una foto porque era 1987, se ahorró las fascinaciones de millones de turistas y se dijo “cómo se puede ser tan hijo de puta de vivir con techo de oro y después ir a los países pobres y besar a los chicos con la panza así”. El hijo de puta, la “fiera” a la que el argentino le exigía vender ese techo, era el polaco Juan Pablo II.
Acto de cortesía, el Diez no dijo nada de lo que pensó (lo contó recién en Yo soy el Diego de la gente, su autobiografía). Entonces, el Papa lo agasajó: le acercó el Anillo del Pescador para que lo bese, bendijo a su hija Dalma y le preparó un rosario exclusivo de regalo. No obstante, Diego lo vio muy similar al que recibieron los miembros de su familia y esta vez no se calló.
- ¿Qué tiene de especial?
- Ese está bendecido, contestó el dueño de casa.
- ¿Cómo?, ¿y los otros no?
Maradona dejó de creer porque vio más allá del oro: el privilegio de la bendición. No obstante, la Iglesia Católica Apostólica Romana, que luego del escándalo comunicó que la crítica de Pelusa “permite constatar con dolor los efectos terribles que la droga causa en una persona”, ya lo había adoptado. El 5 de enero de 1961, 67 días después de su nacimiento, Diego fue bautizado en el Santuario del Rosario de Nueva Pompeya.

Los dos dioses
En la previa del Mundial de España 1982, mientras héroes de la patria combatían en la Guerra de Malvinas, Juan Pablo II, niño arquero y hombre futbolero, invitó a las delegaciones nacionales a viajar acompañadas de un sacerdote. La Albiceleste, dirigida por César Luis Menotti y campeona defensora, fue acompañada por el padre Aníbal Coerezza y cayó en la segunda fase ante Italia y Brasil. Fue el estreno de Maradona. El estreno -también- en una iglesia cristiana.
Patricio Hernández tenía un ritual. Cada noche, cuando cerraba los ojos, la Biblia se le caía de las manos. A su compañero de habitación en Hotel Montíboli, el Diez, lo extrañó. “Leía algunos párrafos todas las noches y le interesó. Entonces, comencé a hablarle sobre el ejemplo de Jesús para su pueblo, de sus luchas y de cómo había sido perseguido hasta su crucifixión”, explicó el otrora volante de Estudiantes de La Plata en el libro Maradona, fútbol y política, de Julio Ferrer.
A Pelusa -cuenta Hernández- le recorrieron el cuerpo las palabras de Jesús antes de morir: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Conversaciones más tarde, abrazó la comunión frente al mar Meditarráneo.

Y días más tarde, Maradona y Hernández, motivados por Osvaldo Ardiles, se escaparon de la concentración para escuchar la misa, cualquier misa. “Era el día de la primera comunión de un grupo de chicos. Diego acababa de pasar a Barcelona, estaba en todos los diarios y, cuando lo vieron, a la mierda todo. El cura nos puso a un costadito y, una vez que terminó, nos sacamos fotos con todos hasta que llegaron los guardaespaldas de la selección y nos devolvieron con el equipo”, recordó el crack cordobés en Mundo D.
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Los dioses y sus creyentes
Gabriela Saidón tiene ascendencia atea. Se identifica profundamente atea. No obstante, es la autora de Superdios y de Fue el deseo de Dios, libros que piensan “la construcción de Maradona como santo laico”. Esa edificación, que tiene su piedra de fundación en La mano de Dios y en El gol del siglo, porque los dioses pueden funcionar como una comparación para lo incomparable, es robustecida por sus obreros. “Si en Estados Unidos crean superhéroes, que representan un montón de posibilidades o imposibilidades humanas, en Argentina fabricamos Santos Populares, en función de ser un país católico. Maradona es comparado perfectamente con Superman: voló físicamente en una cancha y voló de Fiorito a la cima del mundo”, postula la licenciada en Letras en la Universidad de Buenos Aires.
Un pasaje de Superdios se pregunta: “¿Cómo no va a convertirse Maradona en el rey de todos los santos con ese robo simbólico a la corona británica, con el 2 a 1 en el Estadio Azteca en el Mundial 86? Ustedes se apropiaron de las Malvinas; nosotros tenemos a Robin Hood. El que roba a un ladrón".
La materia de Maradona excede sus maravillas con la pelota. Su sustancia, todo aquello de su alma, es su capacidad de representación. Si los católicos le piden a sus santos que intercedan ante su Dios, la iglesia maradoniana exige labores más complejas: “¿Qué no le pedimos a Maradona? En las marchas aparece porque de alguna manera le estamos pidiendo que escude políticamente al pueblo, que nos salve. Le pedimos millones de cosas: que todas nuestras contradicciones, nuestras cosas más sucias y más oscuras las podamos depositar en él. Le pedimos que represente nuestra humanidad porque quedó expuesto a todo lo que no queremos reconocer”, resume Saidón.
Es el primer viernes de noviembre, cerca del mediodía, cuando Néstor Borri, teólogo de voz cálida, con gestos de Padre, toma la palabra en el Congreso Internacional sobre Diego Armando Maradona -que se desarrolla en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- y opina que este colectivo “tiene dificultades para admitir que en el amor del pueblo haya algo espiritual”. El espíritu es inmaterial, no se sabe cuánto pesa o qué forma tiene, pero en Maradona está. “Hay algo en él que se ama porque es humano y en ese rasgo alcanzó dos condiciones: haber provisto una gran alegría y haber sido herido y vivido desgarrado. George Bataille, filósofo francés, dice que ‘solo se puede amar una herida’. La cruz es la herida por la que Dios se deja amar. Si pone a Maradona en lugar de Dios, creo que la frase funciona”, reflexiona Borri.
En Siria, hay un mural de Maradona. También existen en Libia y en Japón. El Pelusa es un icono abierto a la significación y a la resignificación. Un Dios entre otros: politeísmo. Podría ser el Supremo de la alegría, de la habilidad, de la debilidad y, vaya paradoja, de la valentía. De lo que no hay dudas -dice Borri, nadie contradice- es que sería el “Dios del pueblo”.
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Francisco y Diego: el abrazo
El 13 de marzo de 2013, fumata blanca, Jorge Bergoglio se transformó en Francisco, por la memoria de Francisco de Asís, símbolo de humildad. Trece meses después, Maradona, quien desde niño entendió a la Iglesia “como una herramienta para lograr la igualdad y ayudar”, no aflojaba: “El Vaticano es una mentira porque en lugar de darle a la gente, le saca. Francisquito, quiero reunirme con usted y decirle las cosas que debe hacer por el mundo”.
El Papa orquestó el primer Partido por la Paz en septiembre de 2014 en el estadio Olímpico de Roma. Al día siguiente, el astro de Fiorito, estrella del evento, regresó al Vaticano. “Los guardias se quitaban los cascos y se sacaban fotos junto a él... hasta las monjitas”, recordó Eduardo Valdés, embajador nacional en la Santa Sede entre 2014 y 2015. Francisco -reconoció Diego- lo recibió diferente: “Me dio un abrazo como si me lo hubiese dado mi viejo”. Tras su segunda reunión, en 2015, Maradona fue más allá: “Lo único que puedo decir hoy es que soy hincha de Francisco, el primer hincha de Francisco soy yo”.
Es evidente que ambos hablaban el mismo idioma: el del pueblo argentino. Su última reunión fue en 2016. “Esa cercanía que irradiaba Francisco, lo conmovió. Hay una imagen muy fuerte: cuando se despiden, él le dice a Maradona ‘portate bien', que es una forma de decirle ‘sé fuerte’”, reveló Borri. Luego, Diego reconoció de forma pública a Diego Maradona Junior, su hijo italiano.
La Iglesia Maradoniana nació el 30 de octubre de 1998. Tiene diez mandamientos (llevar Diego como segundo nombre y ponérselo a tu hijo, el noveno), oraciones (fue crucificado, muerto y maltratado, suspendido de las canchas, le cortaron las piernas, pero él volvió y resucitó su hechizo; dice una reversión del Credo católico) y un objetivo: “Mantener vigente la pasión y la magia con la que nuestro Dios jugó al fútbol”. Entonces, corresponde una pregunta con la que Martín Caparrós cierra Lacrónica: “¿Quién será el que se ha muerto ahora que, muerto, ha quedado en los vivos?”.









