La historia de Tote, el rebelde de los Galácticos que se peleó con los técnicos y nunca dejó su barrio
El atacante que surgió en Real Madrid a fines del siglo pasado tuvo un recorrido de película y lleno de altibajos, pero dejó su huella por el caracter y desparpajo.

Jugó en Real Madrid en la época de los Galácticos, nunca dejó de participar en los picados con sus amigos del barrio ni aún siendo profesional, se rompió y estuvo un año para volver a jugar, esnifó extracto de ánguila para reconstruir un cartílago, fue protegido por Vicente del Bosque y se peleó con varios de sus técnicos. Jorge López Marco, más conocido como Tote, tuvo una vida de película.
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El exmediapunta español, uno de los talentosos de época del fúbtol ibérico, tuvo mil vidas. Su historia la repasó hace poco en una extensa entrevista en el canal de YouTube Los Fulanos en la que recordó desde sus inicios en el Atlético de Madrid hasta los conflictos que lo marginaron de varios planteles.
Tote era uno de los juveniles del Colchonero cuando Jesús Gil decidió desarmar las formativas del club en 1992 y ahí lo fichó el Merengue junto a otro grupo de jóvenes entre los que estaba Raúl González, quien posteriormente se convertiría en leyenda del conjunto madridista. "El Madrid llevaba siguiéndome todo el año y Raúl y yo nos fuimos para el Madrid (...). Una pena, porque yo soy Atlético", contó.
Pero su estadía en el Real comenzó con inconvenientes. Acostumbrado a no perderse los picados en el barrio con los gitanos, Tote sufrió una lesión jugando allí poco después de que lo ficharan. "Me rompí, tenía las manos en los bolsillos, un amigo mío sin querer me hice una zancadilla y di con la rodilla en el cordón y me rompí un trozo de la rótula", relató.

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Sin embargo, la lesión lo complicó de más y debió recurrir a medicina alternativa: "Estuve parado casi un año porque no se me soldaba el trozo de rótula, me tuve que tomar extracto de anguila. Esnifar extracto de anguila, que eso ayudaba a que el cartílago cerrase".
Aquel inconveniente no lo frenó. Según contó, siempre regresó al barrio para jugar con sus amigos, incluso cuando estaba a punto de dar el salto al profesionalismo o aún cuando ya lo era. A veces se entrenaba y por la tarde tenía el picadito. Siempre fue un rebelde, en especial de chico. Lo expulsaron de dos colegios por pelearse en su etapa de estudiante y el caracter lo llevó a todos los clubes en los que estuvo.
Un hombre clave en su vida fue el mítico entrenador español Vicente del Bosque, quien lo apadrinó en su arribo al Madrid cuando arrastraba una lesión. "Me dijo que me iba a esperar y evaluar cuando jugara. Que iba a pasar por todas las categorías mientras él estuviera. Y cumplió", aseguró quien formó parte de los equipos Cadete A, B y C, y del Real C, B y Castilla antes de su estreno en el conjunto principal, el 7 de mayo de 1999 en un encuentro ante Real Sociedad.
Hoy, a sus 46 años, atesora esa experiencia: "Me vino muy bien, enfrenté a tipos que te insultaban, que era jodido. Era un crio, tenía 16, y jugaba con tipos de 33 que me decian: 'Melenitas, a ver si te animas a tirar un caño, te voy a romper las piernas'".
Esas vivencias hicieron que forjara un caracter complicado. "Me peleaba con entrenadores porque quería jugar, no me bancaba no hacerlo, y en la cantera del Madrid es muy difícil. Me quise volver al aleti estando en el Castilla y no me dejaron", reconoció.
En el Merengue disputó 14 partidos y convirtió seis goles pero a mediados de1999 decidió su salida al Benfica, a donde lo llevó Martín Delgado, un DT que había tenido en las juveniles del Real y con quien tuvo conflictos, que se desempeñaba como ayudante del alemán Jupp Heynckes en el elenco luso. Allí padeció la falta de compañía. "Tenía la pena de la soledad -dijo-, aunque mis padres venían a verme mucho. Pero estoy seguro que me dejaban solo para mostrarme que eso era la vida".
A mediados de 2001 pasó cedido al Valladolid en el que solo estuvo un año y lamenta haberseido, y para 2003, luego de un año más en el Merengue, recaló en Betis, donde comenzaron los problemas. Es que allí tuvo conflictos con sus técnicos Víctor Fernández y Lorenzo Serra Ferrer, especialmente este último. "El segundo año me apartan por él, tuve una discusión porque era mala gente y cagón, no te daba la cara. Seis meses me entrené solo", contó.
El recuerdo que dejó Tote en Hércules, su último club

Todo comenzó cuando Tote recibió una falta en una práctica y se lesionó su tobillo. El entrenador no marcó infracción y cuando el futbolista se retiraba del campo tuvieron un entredicho. Desde ese día quedó fuera del vestuario. "Entrenaba solo y en otro turno, pero si me lo cruzaba sabía que lo iba a buscar. Por eso luego me facilitaron la salida al Málaga", detalló el atacante que luego tendría una segunda etapa en Valladolid antes de finalizar su carrera en Hércules en 2012, donde es muy bien recordado.
En línea con su perfil, Tote supo ser un futbolista de talento irreverente. Patentó la rabona como forma de suplir su dificultad para jugar con la pierna izquierda y hoy considera que la habilidad de los futbolistas de su generación se ha perdido: "Falta calle, los niños no juegan. Antes lllovía, hacía frío o 40 grados y jugábamos igual. Hay jugadores robóticos porque se necesitan robots, pero tienen que dejar que se equivoque el talento, que construya".
Esa postura combativa marcó la carrera de Tote. Sus principios los señaló cada vez que pudo, como cuando definió a Florentino Pérez como un "tiburón de negocio" con quien no se identifica para nada. Nunca terminó de encajar en el ambiente y quizá era demasiado irreverente para ser una figura mundial.
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