Compañero Diego: a 30 años del sindicato fundado por Maradona
Con el apoyo de Cantoná y otras figuras, el argentino fundó y presidió la Asociación Internacional de Futbolistas Profesionales el 18 de septiembre de 1995, en plena pelea personal contra la FIFA. Pese al impacto inicial, la agrupación se disolvería a los pocos años.

Algunas efemérides, en especial las maradonianas, no se circunscriben a goles o títulos. El lunes 18 de septiembre de 1995, Diego Armando Maradona le rubricó su firma a dos de sus grandes virtudes por fuera de su genialidad futbolística: la solidaridad con sus colegas y su desafío al poder. Hoy hace 30 años, el ídolo reunió a otros 13 jugadores de primer nivel mundial en el hotel Méridien de París, entre ellos el francés Éric Cantona, y fundó un sindicato de jugadores, la Asociación Internacional de Futbolistas Profesionales (AIFP), que apuntaba a retar a la FIFA y a mejorar los derechos colectivos de los deportistas. Pese a su impacto inicial, la AIFP duraría poco tiempo.
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Maradona estaba en medio de su pelea con los colmillos afilados contra la FIFA. De hecho, aún no había terminado de cumplir la suspensión de 15 meses con la que el organismo entonces liderado por el brasileño Joao Havelange lo había castigado por su doping en el Mundial de Estados Unidos: le faltaban apenas 12 días. Ya de camino a Corea del Sur, donde el sábado 30 de septiembre volvería a jugar en lo que además sería su regreso a Boca, Diego formalizó en Francia lo que venía anunciado desde hacía meses, incluso años.
Maradona comenzó a enfrentarse contra la FIFA en pleno Mundial de México 1986, cuando junto a uno de sus compañeros de la selección campeona del mundo, Jorge Valdano, apuntaron a la hora en la que comenzaban los partidos en la altura del Distrito Federal: las 12 del mediodía. Diego no se olvidó del tema y, ya a comienzos de 1995, había anunciado: “Este año haremos la primera reunión del sindicato mundial de jugadores. Se acaba eso de jugar al mediodía mientras Havelange se castiga con pizza y champagne en el palco”.
En verdad, los futbolistas ya tenían un sindicato mundial, la Federación Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesionales (FIFPRO), creada en 1965 -que en el reciente Mundial de Clubes trató a Gianni Infantino como “el hombre que se cree Dios”-, pero entonces de perfil muy bajo. En la fundación de la AIFP, aquel 18 de septiembre de 1995, Maradona trazó las bases: “Queremos que los jugadores participen en todo lo que se decida en el fútbol. Hasta ahora no hemos podido decir nada, pero eso se terminó. No queremos echar a Havelange. Queremos dialogar con la FIFA. Pero si no nos escuchan, actuaremos”.

A un lado de Maradona, declarado presidente de la AIFP, presentaron su apoyo y su firma al nuevo sindicato 13 jugadores con peso propio y diferentes nacionalidades: junto a la presencia argentina del 10, había representantes de otros 10 países. Aquel día acompañaron los franceses Cantona (entonces en el Manchester United, y curiosamente también sancionado hasta el 30 de septiembre, aunque en su caso por su patada de kung fu contra un hincha del Crystal Palace) y Laurent Blanc (Auxerre), los italianos Gianluca Vialli y Ciro Ferrara (Juventus) y Gianfranco Zola (Parma), el brasileño Raí (París Saint Germain, hermano de Sócrates), el liberiano George Weah (Milan), el ghanés Abedi Pele (Torino), el sueco Thomas Brolin (Parma), el belga Michel Preud’homme (Benfica), el marroquí Mohammed Chaouch (Niza), el portugués Neno (Vitoria Guimaraes) y el alemán Michael Rummenigge (hermano de Karl Heinz, Urawa Red Diamonds, de Japón).
Al menos otros dos futbolistas mandaron su adhesión a la distancia, como el uruguayo Enzo Francescoli, entonces en River (“Debí haber estado en París, pero ya tenía otros compromisos”, dijo) y el brasileño Bebeto, entonces en el Deportivo La Coruña. El propio Valdano, entonces director técnico del Real Madrid, también celebró desde España: “La democracia en el fútbol me parece una excelente idea. Si esto hubiese sucedido cuando yo era jugador, no habría dudado un minuto en ir a París”.
Pese a las dudas iniciales, aquella jornada en París fue un éxito. “Me siento como en una nube. Venía con miedo por todas las giladas que se estaban diciendo", dijo un radiante Diego, que antes de la conferencia de prensa tuvo un encuentro personal con Cantoná en el que, traductor mediante, le contó su idea: “Vengo desde Argentina a invitarte a que formes parte de algo que muchos piensan necesario. Havelange sólo jugó waterpolo. Blatter (NdeR: Joseph, entonces secretario general de la FIFA, luego presidente) con pantalones cortos es ridículo”.
En el diálogo con la prensa, Cantona respondió con su sello.
-¿Va a haber una sede acá en Francia?-, le preguntó un periodista local.
-No, nos vamos a instalar en un carrito de supermercado al lado de la ruta,- respondió el delantero.
-¿Cómo van a financiar su funcionamiento?,- quiso saber otro cronista.
-No es su problema,- lo cortó en seco Cantoná.

El anuncio fue celebrado por los medios. Al día siguiente, Clarín le dedicó la foto principal de su tapa y tres páginas en su interior, con títulos como “El compañero Diego” y, con un guiño con la marcha peronista, “Todos unidos triunfaremos”. Pero Maradona también tomó nota de otros futbolistas que habían prometido que acudirían a París y faltaron sin aviso. “Habrán perdido el avión, no sé. Igual espero que (Franco) Baresi, (Ruud) Gullit, (Lothar) Matthäus y Hristo Stoichkov se sumen pronto. Los dirigentes tienen que saber de nosotros”, dijo. Según recortes de la época, además, en el avión desde Francia hacia Corea del Sur para sumarse al plantel de Boca pidió un lápiz y escribió una lista con 20 apellidos ausentes. Ya en Seúl, se teñiría el pelo con un mechón rubio.
La FIFA, lógicamente, desestimó el nuevo sindicato, que volvería a reunirse al año siguiente, en octubre de 1996, de nuevo en París, y con una afluencia mayor: acudieron 40 futbolistas, ex futbolistas y entrenadores para tomar su segunda foto de familia, aunque esta vez sin su presidente, Maradona, que -otra vez inactivo, ya terminada su segunda etapa en Boca- se quedó en Buenos Aires en plena irrupción del “caso Coppola”, una bochornosa acción de la justicia argentina -uno de sus cuñados, Gabriel “Morsa” Espósito, acababa de ser detenido por supuesta posesión de cocaína-.
En Francia, sin embargo, gente como Jean Marc Bosman -el futbolista belga que cambió los destinos del fútbol profesional tras una larga batalla legal finalizada a fines de 1995- o como Alfredo Di Stéfano y Valdano acudieron a la nueva llamada de la AIFP. También se presentaron Gullit -entonces en Chelsea-, Vialli, Raí, Arsene Wenger -técnico del Arsenal- y el brasileño Valdo, de Benfica.
La tercera reunión de la AIFP fue en febrero de 1997, en Barcelona, y volvió a contar con Maradona, reconvertido otra vez transitoriamente en un ex jugador: su último partido oficial había sido casi un año atrás, el 11 de agosto de 1996, una derrota 2-1 de Boca ante Estudiantes. En su nuevo cónclave, el organismo comenzó a organizar un partido solidario a favor de Bosman, una forma de enfrentarse a la cúpula del fútbol. “Viene a representar una contestación a la FIFPRO, el organismo semi anónimo cuya operatividad ha sido decepcionante en la ayuda a Bosman, que ha decidido volcarse con la AIFP”, publicó el diario español El País. Fue entonces que ambos se sacaron una foto con una gorrita del flamante sindicato.
Ese partido finalmente se jugaría en el estadio Olímpico de Barcelona el 27 de abril de 1997, otra vez con la presencia de Maradona, que acababa de firmar un nuevo regreso a Boca, el tercero y último -volvería en julio, ante Racing en la Bombonera-. Inactivo hacía casi un año, y algo excedido de peso, el argentino jugó 60 minutos en un Europa-Resto del Mundo.

La convocatoria de futbolistas fue excelente. Para Europa jugaron Menzo (Holanda); Berthold (Alemania), Grun (Bélgica), Blanc (Francia), Koeman (Holanda); Karembeu (Francia), Cantona (Francia), Brolin (Suecia), Vialli (Italia); Mancini (Italia) y Stoichkov (Bulgaria), con la dirección técnica del francés Just Fontaine. Para Resto del Mundo, dirigidos por Sócrates y Di Stéfano, lo hicieron Navarro Montoya (Argentina); Del Solar (Perú), Branco (Brasil), Triki (Marruecos), Basualdo (Argentina); Ruggeri (Argentina), Mafla (Colombia), Silas (Brasil), Vidmar (Australia); Maradona y Elber (Brasil).
Sin embargo, la convocatoria de público fue un fracaso: sólo 2.000 personas acudieron a ver a las estrellas. La presión de la FIFA, que había boicoteado el partido, y la indiferencia del público ante la fundación de la AIFP resultaron un golpe letal para la iniciativa. Tampoco la naturaleza del sindicato ayudó: el gremio carecía de estructura desde las bases, lejano a los miles de jugadores obreros del Ascenso de todo el mundo, sino que se sostenía desde la cúpula, con un puñado de figuras ya salvadas económicamente.
“Los futbolistas somos gente demasiado individualista, tenemos mucho que aprender para que esto tire hacia adelante”, lanzó Sócrates, líder de la Democracia Corinthiana. Diego incluso enfrentó a Koeman -acababa de pasar del Barcelona al Feyenoord-, que dijo no saber a qué apuntaba Maradona. “Le vamos a mandar una carta documento para que se entere que los jugadores que ganan mucha plata tienen la obligación de no olvidarse de los de menores recursos. Él es multimillonario y hay jugadores que ganan 100 dólares por mes”, lo cruzó Diego.
De la AIFP, sin embargo, ya poco más se sabría -mientras FIFPRO, con los años, aumentaría su presencia: hoy llega a 71 países y 65.000 futbolistas, hombres y mujeres-. Pero aunque su sindicato nunca entraría en funciones, Diego -solidario, rebelde, contestatario, único a su modo- lo había hecho de nuevo. También como compañero.
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