A 20 años del Maradona más político: anti Bush, tren del ALBA y encuentro con Chávez
El 3 de noviembre de 2005, tras un pedido de Fidel Castro, Diego se sumó al rechazo a la llegada a Mar del Plata del presidente de Estados Unidos. En el estadio Mundialista, el ídolo pronunció su único discurso político: “La Argentina es digna”, dijo.

En los últimos minutos del jueves 3 de noviembre de 2005, hoy hace 20 años, Diego Maradona comenzó a protagonizar en tres actos el fin de semana más político de su vida, el que lo terminaría de unir a la izquierda latinoamericana:
- Por un pedido de su amigo, el líder cubano Fidel Castro, el ídolo futbolístico participó en el llamado tren del ALBA en repudio a la visita a la Argentina del presidente estadounidense, George W. Bush (h);
- Al día siguiente, ya en Mar del Plata, Diego comenzó su relación con el venezolano Hugo Chávez.
- Y, en lo que puede considerarse su único discurso político, Maradona se dirigió ante una multitud en el estadio Mundialista y proclamó “la Argentina es digna, echemos a Bush”.
Entre tantas facetas de su vida -o de sus mil vidas-, aquel Maradona de hace dos décadas era uno renacido. Alegre, fresco y triunfal en la lucha contra sus demonios, Diego conducía con éxito “La Noche del 10”, su programa de televisión en Canal 13. De hecho, pocos días después de su viaje a Mar del Plata, el lunes 7 de noviembre, se emitiría el decimotercer y último programa del ciclo con una entrevista a Mike Tyson.
En esa resurrección, por esas horas también se reunió con el presidente de la AFA, Julio Grondona, para tratar un ingreso al cuerpo técnico de José Pekerman al frente de la selección, aunque sin acuerdo final. En todo caso, atrás habían quedado dos etapas especialmente dramáticas de su vida, en 2000 y 2004. En una de sus rehabilitaciones, en Cuba, había fortalecido su relación con Fidel Castro, a quien había conocido previamente, en 1987.
La otra línea de esta historia fue la IV Cumbre de las Américas, un encuentro entre los líderes americanos -con excepción del cubano, excluido por la OEA- que se realizó del viernes 4 al sábado 5 de noviembre de 2005 en Mar del Plata. En la agenda había un punto polémico: la aprobación o el rechazo del Área de Libre Comercio de las Américas, el ALCA, un tratado de eliminación de fronteras económicas en el continente acordado en 1994 pero a ponerse en vigencia a partir de la cita marplatense, 11 años después. La presencia de Bush en Mar del Plata, sin embargo, movilizó a una convocatoria paralela, llamada contracumbre: la III Cumbre de los Pueblos, una reunión de movimientos sociales de izquierda de América Latina en la que se cuestionan las relaciones de Estados Unidos con la región.

Pocos días atrás de la llegada del presidente de Estados Unidos al país, Diego había estado en La Habana para entrevistar a Fidel Castro para “La Noche del 10”, una charla que se emitió por Canal 13 el lunes 31 de octubre, 96 horas antes del inicio de la Cumbre de las Américas. En el encuentro en el Palacio de la Revolución, el líder político cubano le pidió a Maradona que se sumara a la contracumbre en Mar del Plata, que en verdad comenzaría -al menos mediáticamente- con un viaje en ferrocarril desde Buenos Aires, luego conocido como el Tren de ALBA, la sigla de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. Que el tren llegara a su destino al alba del día siguiente, el viernes 4, ayudó a darle un doble sentido.
Ya al filo de la medianoche del jueves 3, y tras gestiones del entonces diputado Miguel Bonasso, Maradona llegó a la estación de Constitución para sumarse al convoy de cinco vagones que partiría hacia la ciudad bonaerense. Mostrando primero y vistiendo después una camiseta con la inscripción Stop Bush, con la letra “S” reemplazada por una esvástica que le adjudicaba una simbología nazi al presidente estadounidense entre 2001 y 2009, Diego no habló con timidez.
“Estoy esperando llegar a Mar del Plata y que haya mucha gente que repudie a este asesino, como estoy haciendo yo”, dijo sobre Bush, que en su llamada Guerra contra el Terrorismo había atacado Afganistán en 2001 -en respuesta al derribo de las Torres Gemelas de Nueva York- e invadido Irak en 2003. “Bush nos hizo mucho daño y va a seguir creando guerras, pero tenemos la oportunidad de decirle que tenemos dignidad. Basta de agacharse. Nos desprecia. Es una basura humana. Que sepa que no lo necesitamos”, agregó el 10.
En todo caso, ya con un tatuaje del Che Guevara en un brazo y otro de Fidel Castro en una pierna, Maradona -que había sido eyectado del Mundial de Estados Unidos 1994 por doping- ya había esgrimido en los años previos un amplio arsenal de frases antiimperialistas.
- Estados Unidos es un país siniestro, careta, mala leche e hipócrita (1996).
- De seguir así, Estados Unidos nos va a clavar su banderita (2001).
- Estados Unidos le pone una mano al cuello a la Argentina y la desangra (2002).
El breve discurso de Diego, junto a Chávez: "Echemos a Bush"
Registrado por las cámaras del cineasta serbio Emir Kusturica, en el tren del ALBA viajaron además militantes, dirigentes, actrices, actores, políticos, músicos, referentes sociales y un futuro presidente, Evo Morales, de Bolivia, que un mes y medio después -en diciembre de 2005- ganaría las elecciones de su país. Pero la gran estrella, lógicamente, fue Maradona. “Que Bush sepa que acá nadie lo quiere, que no somos súbditos de él ni de nadie”, repitió a bordo del tren. Pese a que el convoy llegó de madrugada a Mar del Plata, a las 6.30 del viernes 4, una multitud estaba concentrada al grito de “Diegooo Diegooo”.
La Cumbre de las Américas, a su vez, se caracterizó por una marcada división alrededor del ALCA. De un lado, Estados Unidos, México (viajó su entonces Jefe de Estado, Vicente Fox) y Canadá se mostraron a favor de su implementación. Del otro, hubo un rechazo de varios países del sur: a la oposición inicial acordada entre el presidente de Argentina, Néstor Kirchner, y el brasileño, Lula, se sumaron luego el uruguayo Tabaré Vázquez, el paraguayo Nicanor Duarte Frutos y el venezolano Chávez. La cumbre cerró con una indefinición acerca del ALCA, que nunca entraría en vigencia, y un nuevo mapa geopolítico en Sudamérica: los gobiernos de Argentina, Venezuela y Brasil -y Bolivia desde el año siguiente- iniciarían una alianza.
En su breve paso por Mar del Plata, Maradona conoció a Chávez, a su vez aliado político de Fidel Castro. Al salir de la reunión entre ambos, Pablo Llonto -periodista, abogado especialista en Derechos Humanos y de muy buena relación personal con el Diez- le preguntó a Maradona qué le había dicho. “’Que me espera en Caracas’, respondió Diego”, reconstruyó el propio Llonto en el libro 'Rey de Fiorito'. Minutos después, Chávez fue el único orador en el acto de la Cumbre de los Pueblos, en el estadio Mundialista. Asistieron, a un costado del escenario, Maradona y otras figuras de Derechos Humanos y artistas, entre ellos Manu Chao.
Antes de que gritara “ALCA, ALCA, al carajo”, el venezolano invitó a Maradona a que le dijera algo “al pueblo”. El Diez cantaba “Un minuto de silencio para el ALCA que está muerto” y vestía una camiseta negra con la cara de Bush y la frase 'War criminal' (criminal de guerra). “Los quiero mucho, gracias por estar. La Argentina es digna. Echemos a Bush”, gritó Maradona a la multitud, en lo que puede considerarse su único discurso político.
Diego, es cierto, ya se había identificado ideológicamente -“Soy completamente izquierdista: de pie, fe y cerebro”- y, aun dentro de sus contradicciones, hacía varios años que se mostraba desafiante a diferentes poderes: críticas al papa Juan Pablo II, enfrentamientos con la dirigencia del fútbol e intento de sindicato mundial de jugadores. Sin embargo, aquel fin de semana de hace 20 años comenzó a construir un puente con Venezuela que se trasladaría incluso a su trabajo para la cadena teleSUR en los Mundiales 2014 y 2018. En medio de un comienzo de cambio de época en América Latina, también sería el puntapié simbólico para su posterior acercamiento a Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.





