La gente de River no cree, porque no tiene con qué creer
Como nunca desde el inicio de la primera etapa de Gallardo en el club, los hinchas están desesperanzados de cara al partido con Palmeiras. Ya nadie repite aquella histórica frase que el DT instaló en la previa a la revancha con Gremio, en 2018, y sobrevuela la sensación de que si el equipo no reacciona, el ciclo podría sufrir un golpe de nocaut.

River tiene que ir a Brasil a revertir un 1-2 ante Palmeiras para mantener viva la ilusión en la Copa Libertadores. Sin embargo, como pocas veces en la última década, entre los hinchas se vive un clima de desánimo inédito, muy lejos de aquel que nació de la mano de Marcelo Gallardo. La frase que se hizo bandera (y tatuaje y mantra) envejeció muy mal. Hoy, la gente de River no tiene con qué creer.
En los grupos de Whatsapp, en las cuentas de hinchas en redes sociales y en las juntadas de amigos ya no se percibe ese optimismo que se vivía en la época dorada. La sensación es que, así como está, River no tiene manera de revertir una serie de esta envergadura. De hecho, en sus declaraciones, el propio Gallardo deja entrever que no tiene aquella fe que lo llevó a mover montañas.
Después de perder 1-0 la ida de las semifinales ante Gremio en el Monumental en 2018, la postura del DT fue tan distinta a la actual como lo es la realidad de los equipos. En esa ocasión, cargado de valentía, en conferencia de prensa dijo: "Lo tomaremos como una oportunidad de ir a ganar a Brasil y tratar de traer la clasificación. La gente que crea porque tiene con qué creer en este equipo para poder ir a dar un batacazo en Brasil".
Siete años después, ante un escenario similar (1-2 ante Palmeiras en casa), su semblante es otro, bastante en línea con lo que siente el hincha en estos días. Sus palabras previas a la revancha suenan más a resignación que a esperanza. "La serie iba a ser así, hay que ir a ganar a Brasil, no nos queda otra. Los que estén frescos van a tener la posibilidad de revertir un partido que vamos a jugarlo de una manera determinante, porque no tenemos otra forma que hacerlo así. Tenemos que pensar que es posible", expresó un Gallardo irreconocible.
Lo cierto es que el golpazo que significó la derrota del último miércoles, sobre todo por cómo se dio el primer tiempo (con baile incluido), le quitó a los hinchas millonarios la esperanza que le quedaba en este plantel, y, mucho más impensado, aunque también en menor medida, le sacó la fe en este entrenador. El equipo necesita dar una muestra de carácter en la parada más importante del año, de lo contrario, el ciclo estaría al borde del abismo.
Para sorpresa de muchos, a Gallardo le empezaron a entrar las balas. Su aura de intocable, su estatua en la puerta del Monumental, la gloria eterna de Madrid, la paternidad sobre Boca, todo pierde peso ante un presente que lo muestra desorientado, sin un equipo afianzado y con dudas en prácticamente todas las posiciones. Hoy, inamovibles son solo Franco Armani, Gonzalo Montiel (de rendimiento irregular), Marcos Acuña y Maximiliano Salas, recién llegado y aún con mucho por demostrar.
El compacto de la victoria de Palmeiras ante River

Es una señal muy preocupante que apenas cuatro de 11 jugadores se hayan ganado un puesto (podrían ser cinco si Sebastián Driussi no hubiese sufrido una nueva lesión) tras más de un año con Gallardo en el banco y luego de gastar alrededor de 70 millones de dólares en 16 jugadores traídos en los últimos tres mercados de pases. Muy pocos han logrado estar a la altura de las expectativas, y hoy es difícil encontrar un futbolista dentro del plantel con la confianza en alza.
Queda bastante desdibujado aquel aura que lo llevó a ganar dos Copas Libertadores y a ser el DT más ganador en la historia del club. Hoy sobran cuestionamientos y las dudas que tienen los hinchas se asemejan a las que muestra su equipo en paradas decisivas. Una parte de esta desesperanza se basa en que este mismo equipo ya decepcionó en demasiadas ocasiones: Atlético Mineiro, Talleres (Supercopa Internacional), Platense, Monterrey; y viene de zafar gracias a los penales y a Franco Armani ante rivales menores, como Libertad y Unión.
Palmeiras es un equipo serio, de los más dominantes en el continente en el último lustro y que ha dado sobradas muestras de su jerarquía. Así y todo, que sea poco probable no quiere decir que sea imposible que River pueda dar vuelta el 1-2 que sufrió en la ida. Para eso, va a tener que mostrar una fortaleza anímica y una capacidad futbolística que hace tiempo no tiene. Y para eso, Gallardo debe recuperar la mística, el liderazgo, la capacidad de sorpresa, la velocidad de reacción ante momentos adversos y todo lo que lo llevó a subirse al panteón de los grandes ídolos de River, un lugar reservado para muy pocos.
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