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Power Slap, el polémico deporte que "va a ser más grande que la UFC”

La frase es de Dana White, su creador y también presidente de la Ultimate Fighting Championship. Seguido por 7 millones de usuarios alrededor del mundo, la actividad consiste en contundentes cachetadas, pero que son algo más para quienes la dan y reciben: un medio de vida.

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Por Joaquín Arias
Power Slap
Power Slap, el polémico deporte que "va a ser más grande que la UFC” (@powerslap)

Tan viral como violento, el reel consiste en un hombre de remera azul que toma impulso, conecta la cachetada y desploma a su rival de negro. Aquel se proclama Campeón Mundial, este deja el escenario con las manos vacías. Vencedor y vencido, un aspecto los iguala. Las cachetadas, consumidas del otro lado de la pantalla como entretenimiento, para ellos son deporte y algo más: medio de vida.

Así es una pelea de Power Slap

Así es una pelea de Power Slap

La cuenta oficial de Power Slap, seguida por 7 millones de usuarios alrededor del mundo, es el fiel reflejo de la explosión y el crecimiento sostenido de la iniciativa que dio a luz en 2022 por obra de Dana White, también presidente de UFC. Algunos meses después de la fundación, el propio White fue a fondo con su pronóstico. “Esto va a ser más grande que la UFC”, tiró.

Tres años más tarde, Power Slap no logra todavía sentarse en la misma mesa y expresa una dependencia del padre de las artes marciales mixtas (los eventos son transmitidos en directo por los canales oficiales de UFC en Youtube), pero pisa cada vez más fuerte en el mapa virtual a través de una receta simple y redituable: la difusión incesante de agresiones a mano abierta de deportistas remunerados. Es decir, de contenidos fugaces, de impacto inmediato y novedosos -con una cuota de morbo- para el común de los usuarios.

El caudal de seguidores dista mucho de los 49 millones de UFC. Sin embargo, a las instituciones de los deportes tradicionales las derrota a todas. Supera los 5,4M de FIFA y duplica los 3,5M del ATP Tour. A la cuenta de World Rugby, de 1,8M, la minimiza.

El debut en vivo por Youtube (anteriormente, las veladas se emitían por la plataforma Rumble) del pasado 7 de marzo, con relatos y comentarios, acarició el millón de vistas, una cifra acotada en relación con los 2,3 millones que sintonizaron el último evento, celebrado el 18 de julio en un estadio sold out en Nueva Orleans, que incorporó narraciones en nuestro idioma en el canal de la UFC en español. A medida que las cachetadas suenan cada vez más fuerte, crece el número de competidores, influencers y medios especializados. La página Slap News, por caso, se aboca exclusivamente a publicar las últimas novedades y entrevistas con los protagonistas.

El sudor detrás de las cachetadas

Del modo que un velocista se prepara durante meses para correr segundos y milésimas o un judoca agota esfuerzos para un combate que puede durar instantes, los strikers se entrenan durante meses para pegar, quizás, una sola cachetada. O tal vez ni siquiera una, si no resisten a la primera del rival. Aunque no sea un requisito excluyente para competir, el grueso reúne experiencia previa en otro deporte, en el cual no consiguieron trascender o alcanzar el profesionalismo. Algunos levantaban pesas, pero la mayoría ya estaba habituado a los golpes al proceder del boxeo, el kickboxing o las artes marciales mixtas (MMA).

Al igual que en estas disciplinas de combate, los entrenamientos de Power Slap no procuran únicamente potenciar el ataque. Los intensos ejercicios de gimnasio, a fines de ganar fuerza de brazos y de piernas, y el fortalecimiento de músculos de la espalda como trapecios y dorsales, cruciales para la defensa, son tan relevantes como el ensayo de la técnica e intensidad de las cachetadas, por lo general golpeando bolsas de box o maniquíes.

Dana White
Dana White, creador del Power Slap y también presidente de la Ultimate Fighting Championship.

Los trabajos de defensa, focalizados en mejorar la protección personal, cumplen una segunda función: son utilizados como el argumento principal para confrontar las numerosas críticas. La lógica empleada por los peleadores se sustenta en que, detrás de una cachetada que puede lucir banal y peligrosa, ellos multiplican los esfuerzos para disminuir la exposición a los daños y la magnitud de los mismos como cualquier deportista de combate. En cambio, los organizadores, con Dana White a la cabeza, ponen énfasis en las medidas de seguridad garantizadas en cada evento, que comprenden desde la presencia de un cuerpo médico hasta de catchers (“recogedores”), encargados de amortiguar las caídas al suelo de quienes son derribados.

De todos modos, las diferentes estrategias argumentativas son insuficientes para eximir de controversia a una actividad en la cual los estridentes golpes en el rostro son inevitables. Distintos profesionales y organizaciones de la medicina vienen advirtiendo sobre la exposición a lesiones cerebrales, especialmente la Encefalopatía Crónica Traumática (ETC).

Envueltos en cuestionamientos, en los Estados Unidos solo las comisiones atléticas de los Estados de Nevada y Louisiana concedieron las licencias para desarrollar eventos de Power Slap en Las Vegas y Nueva Orleans, respectivamente. Fuera de Norteamérica, Abu Dhabi (Emiratos Árabes) y Riad (Arabia Saudita) fueron las únicas ciudades que recibieron alguna de las 16 ediciones.

Así es una pelea de Power Slap

Así es una pelea de Power Slap

El hermano menor de la UFC… ¿y del boxeo?

Varios de los aspectos principales y la dinámica de las veladas de Power Slap se emparentan con las del boxeo:

Como en el pugilismo, hay zonas permitidas de impacto y reglas restrictivas. La cachetada debe aterrizar en la mejilla con la palma y dedos en simultáneo con uno, dos o hasta tres movimientos de impulso previos, y los dos talones afirmados. Si el atacante incumple alguna norma, será penalizado con el descuento de un punto y mayor tiempo de recuperación del rival. Si el defensor obstaculiza el golpe moviendo la cabeza, se repetirá como un penal cuando el arquero se adelanta.

Power Slap
El Power Slap va ganando cada vez más adeptos a lo largo y ancho del mundo (@ufc)

El intercambio de cachetadas, sin embargo, se ubica en las antípodas de dos de las máximas del deporte de los puños: aquella que señala que la única fórmula para destronar al campeón es noqueándolo y la que reza que es “el arte de no dejarse pegar”. En Power Slap gana quien impacte con mayor potencia y precisión, sin importar su condición ni ranking, y podría definirse como “el arte de saber soportar los golpes”. Otra notoria diferencia la marcan los entrenadores: durante las veladas no hay personales sino por equipo. Todos los vestidos de azul son asesorados por un entrenador (un competidor que no participó esa noche) y todos los de negro por otro.

La mayoría de los contendientes son estadounidenses. El resto llega desde México, Rusia, Inglaterra, Kazajistán y pocos otros rincones planetarios. Por ahora, no hay representantes sudamericanos. Al margen de su procedencia, pegar primero no supone la ventaja mayúscula aparente: hasta la última edición, el 51 por ciento de los que iniciaron habían ganado la pelea y apenas el 13 por ciento de los combates habían terminado con la cachetada de arranque. No son pocos los competidores que aseguran preferir pegar segundo justificándose en necesitar una inyección de adrenalina para estimularse. Se sortea quién comienza con un lanzamiento de moneda.

La competencia directa de Power Slap es Slap Fight Championship, pionera en los Estados Unidos en el universo de las cachetadas, dueña de una audiencia muy inferior (105 mil seguidores en Instagram) y nutrida de competidores que no lograron prosperar en la liga de Dana White, esa que pone en juego el título del mundo y que no va a parar hasta ser más grande que la UFC.

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