El Talleres de Tevez, de "punto" ante Boca en La Bombonera
La "T" se topó con una oportunidad enorme. La clasificación fue un premio en un año que tuvo de todo. ¿Y si además se animan?

Poco para perder. El duelo entre Boca y Talleres del próximo domingo muestra dos realidades distintas en un mismo partido. Un equipo terminó en lo más alto de la tabla sin atenuantes. El otro se metió en los Playoffs "por la ventana": en la última fecha y después de pelear abajo todo el año. Ahora, se encontrarán en un choque en el que tendrán el mismo objetivo, ganar para seguir en busca de la gloria. Para el Xeneize, será un duelo de riesgo. Para los cordobeses, casi no hay presión. La mesa está servida.
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"Alivio". Esa fue la palabra más repetida días atrás, en un encuentro del plantel de la "T" ante sponsors y algunos medios entre los que estuvo Zeapp Sports. Es que recién se había consumado la salvación del descenso. Sí, el descenso. Aunque cueste leerlo. Esa fue la gran lucha albiazul de este 2025. Y, por momentos, hubo crisis. Las cosas no salían, ni adentro ni afuera de la cancha. No se podía corregir el rumbo deportivo. Y había problemas institucionales. Vamos al repaso.
En barrio Jardín, el año fue cambiante. Por donde se lo mire. El 2024 terminó con el subcampeonato. Había ilusión. Se fue rápido. De 24 partidos en el primer semestre, los albiazules apenas ganaron 3. Complicados en el torneo local, eliminados en primera fase de Copa Argentina y de la Libertadores. Todo mal. Salvo por un partido. Allá por marzo, Talleres fue campeón. Sí, campeón. Se quedó con la Supercopa Internacional ante River, en una noche épica. Malos resultados, pero con una nueva estrella en el escudo.

La mayoría compró. El título fue histórico para el club. Un bálsamo. Sin embargo, la dura realidad volvió a salir a la luz. En el torneo local, nada mejoró. Pocos puntos, escaso margen. La batalla volvía a ser por mantener la categoría. Se fue el Cacique Medina. El agua subía. Llegó Diego Cocca y se pensó en un “ciclo”. Pelea con Fassi. No llegó a debutar y pegó el portazo. Los hinchas se manifestaron. No había DT a horas de arrancar el Clausura, con un equipo en los últimos puestos. El agua ya estaba a la altura del cuello.
Para la directiva, era su momento más delicado desde que asumió, hace once años. Hubo un golpe de timón. Apurado. Se buscó a Carlos Tevez, que aceptó rápido. Era un fierro hirviendo. Pero el Apache agarró. Le costó al principio. De 9 juegos, venció apenas en uno. Afuera de la cancha, el ruido crecía. Pero Talleres seguía con vida por la irregularidad del resto. Campeonato corto, muchos equipos, muchas más chances. Dos ganados de tres. Oxígeno. Bajó el agua. Carlitos lo hizo. Se podía volver a creer.
Vinieron las tensas elecciones. La gente votó al oficialismo. En el verde césped, siguió la racha. Se lograron siete de los últimos nueve puntos. Con poco brillo, pero no importa. La efectividad manda. En la fecha final podía pasar de todo: meterse en playoffs o quedar afuera. Lo que estaba descartado era el descenso. La salvación ya se había asegurado. Y, encima, llegó la clasificación. “¿Y ahora?”, le preguntó Tevez a los suyos. Y ahora se viene Boca. De punto.





