Lo que está en juego este domingo es muchísimo más que un simple partido o hasta que un sencillo superclásico. Como en 2011, cuando con aquel 2-0 en la fecha Boca le dio el mazazo final (no volvieron a ganar un solo partido de allí al final y descendieron), esta vez reaparece la posibilidad de mandarlos casi casi a la B. Otra vez. No sería en este caso la Segunda División local, sino la internacional. Porque la Sudamericana actual es eso: un ¿premio? consuelo para los que no puede disputar lo que realmente quieren, que es la Libertadores. Algo así como la B de la Conmebol.
Desde esta misma columna, hace un par de temporadas, se dijo que es preferible ceder el lugar en la Sudamericana en lugar de jugarla. Es para equipos como Lanús, Banfield, Defensa y Justicia. No para Boca o para River. Para Boca, en aquel caso, fue poner en negro sobre blanco el fracaso futbolístico enorme que estaba protagonizando. Hoy, ese lugar lo ocupa River. Su clasificación a la Copa (la única que merece llamarse así, sin apellido) está complicada, en discusión con Argentinos y Riestra por cómo se dieron los últimos resultados, y Boca podría meterle el último clavo al cajón.
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Gastar 70 palos verdes y pagarle 10 anuales al mejor técnico de tu historia para jugar la Sudamericana sería un fracaso épico. Como fue épica la conferencia de prensa en la que un pibito tembloroso de 36 años -evidentemente un crack, pocos llegan a esa edad a un puesto tan importante- tuvo que salir a bancarle los trapos a Sapoleón, este Napoleón que en esta segunda vuelta está haciendo sapo.
La confirmación de la continuidad del técnico actual, que muchos vendieron como una buena noticia -a juzgar por lo que viene ocurriendo, no lo es- deja en un segundo plano lo que debería estar en primer lugar: a Gallardo le rebajaron tres años de contrato en un par de semanas. Salvo que Di Carlo sea un mentiroso y haga promesas de campaña como tantos para después no cumplirlas, se lo escuchó por todos lados prometiendo un Gallardo 2029. Y resulta que no, que le adelantaron la fecha de vencimiento. Se ve que las convicciones mucho no le duran, sobre todo cuando la realidad se abre paso a cachetazos (Gimnasia, Independiente Rivadavia, Riestra, Sarmiento, la final con Talleres, Platense...).
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Tan absurda fue la conferencia -e improvisada- que ni siquiera sabían si debían contestar preguntas de los medios que estaban allí, convocados para la ocasión. La cara de Gallardo, tenso, incómodo, casi rebajado a esa situación de alguien le tirara un salvavidas en la tempestad, hacía innecesarias las palabras. Pero igual el Muñeco habló, le tiró con todo a Brito y hasta les pegó a los hinchas que lo critican considerando que los "genuinos" son los otros, los que se bancan lo que hizo en este año desastroso.
La obligación de Boca, entonces, es no pegarse un tiro en el pie, como muchas veces hace. No resucitarlos sino terminar de cavarles la fosa ahora que finalmente han dejado de ser Aruba y están todos peleados adentro. Enzo Pérez castigado, Biscay sacudiéndolos, varios héroes de otros tiempos con un pie afuera.
¿Si alcanza esto para salvar el año? No, claro que no. Es un objetivo chiquito, de mínima, pero necesitamos una alegría que sea hija de nuestro propio esfuerzo. Todos se juegan mucho. Úbeda como homenaje a su mentor, Paredes en su regreso, Zeballos en busca de la confirmación, Milton Delgado para terminar de demostrarles a los que no confían en él que están equivocados...
Está prohibido perder, como siempre, y sobre todo en estos tiempos en los que anduvieron recortando distancias en el historial. A ganar entonces, a hundirlos. Pero sobre todo, a ganar por Boca. Necesitamos un triunfo importante para encaminarnos, para volver a creer. Esta es una gran oportunidad, contra el peor River de los últimos años. Quién te dice, por ahí esto se transforma en un trampolín y encima terminamos peleando el título. Como reza sabiamente el slogan de nuesta Copa Argentina, "puede pasar cualquiera". Así que atentos: guardia alta con el pito, que ya nos abrochó (¿a quién tenemos en AFA, a Don Frío?) y no olvidemos la imagen de asunción de Di Carlo, con Tapia y Toviggino en primera fila. Seamos vivos: juguemos con el corazón, pero también con la cabeza.
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