Shhhh. Basta de cacarear, gallina. Estás muerto y enterrado. Shhhh. Perdiste con Boca pero no contra cualquier Boca. Perdiste contra el Boca del Sifón Úbeda. Shhhh, entonces. "Say no more", diría Charly, único gallina que bancamos. Y no fue un triunfo más y una derrota más. No. Fue un baile escandaloso de un lado y un papelón tremendo del otro. Shhhh. A callarse la boca. Y Boca, a no callarse. A celebrar esta victoria que quedará marcada en la historia como un 2-0 cualunque pero que todos aquellos que la vivimos, recordaremos para siempre. Porque es memorable. Para no olvidar nunca. El baile de Boca, el baile del Sifón a Gallardo, a Gallanto, a Sapardo, a Sapoleón (ex Napoleón). Pena dio River, vergüenza ajena. Un desastre de principio a fin. Y basta de echarles la culpa a los jugadores: toda del técnico, que armó un equipo de mierda y este es el resultado. Cortísimo, por cierto. El moral da cuatro goles de diferencia, por lo menos. Si Giménez no hubiera tenido los pies dormidos.
¿Por dónde empezar? ¿De quién es este triunfo? ¿Quién es el responsable de todo esto que pasó? Bueno, estos tres puntos, este sometimiento soberbio, esta victoria estremecedora tiene muchos padres. Úbeda, por supuesto. Miguel desde arriba. El Chango en el césped. Riquelme desde el palco. Y Paredes, claro. Paredes, que llegó para cambiar la historia.
- Primero Úbeda, que con esa cara de nada (qué gran jugador de póker debe ser) y sin transmitir nada, casi sin levantar la voz, con el mismo tono monocorde de siempre, apostó por lo clásico y ganó. Equipo de memoria, nada de inventos ni cosas raras, juegan los que mejor están (¡qué bárbaro lo de Costa!), no cuenta el apellido y nadie se vuelve loco por lo que pueda hacer el técnico que está sentado enfrente. Primero Boca, después el resto. Como debe ser.
- Detrás suyo, Miguel, el aura de su sencillez sobrevolando la Bombonera, vigilando todo desde la bandera y sonriendo allá en el Cielo futbolero. Qué cosa, Russo nunca pudo ganarle a Gallardo en los 90 minutos, y de repente el tipo al que eligió para que heredara su puesto lo consigue en su primera vez.
- Zeballos, claro, la figura absoluta y total del partido, ya convertido en Chango como lo anticipábamos desde aquí mismo la semana pasada: un gol y tres cuartos, y corridas, y toques de calidad, y gambetas, con la barra de la confianza a tope. Necesitaba el pibe un partido así, de este tamaño, para que las esperanzas fueran una realidad: tardó pero llegó, y por eso las lágrimas tras salir ovacionado.
- Román también porque la apuesta por Úbeda, por el que nadie daba dos mangos, le resultó: Boca está hoy, luego de dos años de turbulencias, otra vez en la Libertadores. Y enterró a River en el mano a mano.
- ¿Por qué Paredes, si no jugó el partido de su vida? Porque este es el equipo de Paredes. Con cinta o sin ella, es su capitán. Y este Boca, que tiene trazos reconocibles, es un equipo de autor. Él cambió la energía y el fútbol. Él le insufló el halo de confianza que le faltaba, le dio identidad, lo transformó otra vez en Boca. Incluso sin estar tiempo completo en el centro de la escena.
Así fue el triunfo de Boca sobre River en el Superclásico
Este debería ser el punto de partida de Boca, no el de llegada. Es un triunfo que lo candidatea al título, aunque parezca mentira, tanta agua y sufrimiento corrieron por debajo del puente. No vamos a caer en la boludez facilista de que a este River le gana cualquiera porque para Boca, que tanto lo sufrió en la última década, no es un partido más. No lo fue nunca en la historia y menos ahora. Ganarle entonces con semejante autoridad, hundirlo hasta el cuello, superarlo en fútbol y en alma, en vergüenza y en espíritu, es un montón. Como para festejar un rato largo. A ver, pensemos: ¿cuánto hace que Boca no grita "ole" en un Superclásico? Y ojo, no fue en cualquier momento: fue a partir de la entrada de un Ander Herrera brillante, lujoso, que dio tal vez la máxima exhibición desde que llegó a Boca. Ojalá no se lesione más, ojalá podamos disfrutarlo más tiempo en cancha, ojalá los pibes lo miren y lo escuchen, ojalá algún día sea el técnico de Boca y tenga la inteligencia y la aptitud para transmitir todo lo que sabe.
Faltaron dos o tres goles y eso es exclusiva responsabilidad de Giménez, igualmente útil para el equipo (ganó de arriba lícitamente en la jugada del 1-0, exigió siempre). Pero es por acá porque con él Merentiel se siente mejor y el fútbol es una cuestión de química.
Dio gusto escuchar al DT decir que Boca debe siempre así: "Serio, sólido, ambicioso". Nadie sabe si continuará luego del torneo, los hinchas nos enamoramos rápido con las victorias y nos desenamoramos más rápido con las derrotas. Una Libertadores es algo muy jodido como para afrontar con un interino, pero ya sabemos lo que pasó con Scaloni. Que nos calló a todos.
Y hablando de callar... Shhh, gallina. Basta de cacarear. Alguna vez te ganamos con el Profe Habegger y esta vez te ganamos con Úbeda. Y no a cualquiera, a tu bala de plata. Buen debut de Cozzita Di Carlo, le deseamos muchos más éxitos. Lástima que le haya rebajado el contrato al Araña a un solo año en lugar de los cuatro que prometió. Resistí, Muñeco, resistí. Bancate este trago amargo. Qué le vas a hacer, alguna vez iba a pasar. Tomátelo con soda.
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