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Gallardo y otro River histórico

A la catarata de derrotas y récords negativos que seguramente lo dejarán afuera de la Libertadores, el equipo del Muñeco sumó contra Boca otra actuación tan baja que, más allá de una infracción no cobrada en el primer gol y una desventaja injusta en el primer tiempo, tuvo un único consuelo: que no haya sido goleado.

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Por Andrés Burgo
Gallardo
Gallardo y otra dura derrota en este 2025 (Marcos Brindicci/Getty Images)

Si quisiera mirar para el costado ante su enésima derrota seguida, River tiene dos excusas reales -o razones mínimas, pero razones al fin- para quejarse: 1) el VAR no quiso cobrar la falta de Milton Giménez sobre Paulo Díaz -muy blando en la marca, además- en la jugada del primer gol; y 2) aún sin crear peligro, el equipo de Marcelo Gallardo tenía el partido controlado cuando llegó el 1 a 0 de Boca a los 46 minutos del primer tiempo, lo que suele llamarse un gol “psicológico”, rematado por el 2 a 0 a los pocos segundos del complemento en un partido con toda la pinta de “hace el primer gol, gana”.

Es decir que River no sólo hace casi todo mal desde hace un tiempo sino que todo lo que le puede salir peor le sale todavía peor. Pero aclarado eso, cualquier viento más o menos fuerte -y a veces ni siquiera eso- deja a los de Gallardo en el piso y sin reacción. No se trata de falta de actitud de los jugadores sino de un equipo sin un plan futbolístico, hundido en lo anímico, incapaz de recuperarse de los golpes y mareado en lo táctico por tantos cambios de un Gallardo cada vez más lejano de la gloria y también responsable en haber sumado individualidades que no están a la altura del club. Las derrotas contagian más derrotas.

Si antes los River del Muñeco eran equipos que hacían historia de la buena, ahora construyen récords negativos. En un 2025 cuyo final se hace cada vez más insoportable, el técnico no puede salir de la avalancha de derrotas en la que se ha convertido River: el Muñeco sale indemne para 2026 por un combo de gratitud, nostalgia y promesa electoral del nuevo presidente, Stéfano Di Carlo, pero tendrá que reformularse íntegramente. Durante muchos meses del año, el Muñeco eligió subestimar la situación -se quejó de la impaciencia de la gente, habló de “la sociedad del ya” y dividió la crítica en “hinchas genuinos”- pero de la Bombonera, puro símbolo, se fue en silencio.

Los números, en todo caso, definen una campaña sobre la que pesan como yunque las eliminaciones contra Platense e Independiente Rivadavia y una final perdida ante Talleres: hasta ya parece una anécdota los 12 primeros tiempos sin goles al comienzo del año, una anemia ofensiva sin registro en la historia. Las cuatro derrotas consecutivas que lleva River en el Monumental tampoco tienen antecedentes en la historia. Gimnasia festejó en Núñez después de 20 años y de los últimos once partidos, el equipo lleva ocho derrotas, un empate -que luego fue eliminación por penales ante Independiente Rivadavia, por lo que en la práctica fue otro fracaso- y únicas dos victorias, un combo que seguramente lo dejará fuera de la Copa Libertadores por primera vez desde 2014.

Así fue el triunfo de Boca sobre River en el Superclásico

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Pero además, imágenes como las de este domingo, con un River que parecía entregarse a una goleada contra un Boca sin demasiado vuelo tampoco se veían desde hacía mucho tiempo. Desconectado después del segundo gol, el único consuelo del equipo de Gallardo fue evitar dejar la Bombonera con una derrota más amplia: entre Franco Armani y Milton Giménez lo consiguieron.

Por motivos que no quedan claros -o al menos cuyos resultados no se ven en la cancha-, el Muñeco dejó de contar con Enzo Pérez y lo reemplazó por Juan Portillo, un mediocampista que sigue en la extraña ruta de Rodrigo Villagra, Nicolás Fonseca, Kevin Castaño y el regreso de Matías Kranevitter. Hasta en lo simbólico el Muñeco es otro: así como Ángel Cappa no lo dejó despedirse como jugador en el Monumental, algo parecido parecer ocurrir con Enzo, que seguramente no seguirá en 2026, al igual que otros jugadores cuyos contratos terminan: Nacho Fernández, Miguel Borja, Milton Casco y Pity Martínez. La lista de jugadores en deuda, en verdad, es amplísima: si suena insólito que Gallardo le siga dando tantos minutos a Borja o a Castaño, ¿qué queda de Sebastián Driussi?

Así como en la Bombonera, en 2018, el entonces técnico de Boca, Guillermo Barros Schelotto dijo “Nadie nos supera” en respuesta a la derrota ante River en la Supercopa Argentina en Mendoza, ahora los jugadores, hinchas y cuerpo técnico de River deberían decir: “Todos nos superan”. River está haciendo historia.

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