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La redención del Changuito Zeballos en Boca: su camino hasta el Superclásico soñado

El extremo de 23 años transitó un camino largo y sinuoso, de lesiones y curvas peligrosas. Hoy fue la figura ante River, fue ovacionado por el público Xeneize y no aguantó las lágrimas. El paso a paso de su resurreción.

Exequiel Zeballos, figura de la victoria de Boca ante River
Exequiel Zeballos, figura de la victoria de Boca ante River.

Exequiel Zeballos siempre deseó jugar cómo lo hizo en la victoria de Boca por 2-0 ante River. El Chango, por entonces changuito de 13 años, nacido en La Banda, llegó al Xeneize a mediados de 2015 y se presentó atrevido: “Mi sueño es jugar en la Bombonera y tirar magia”. Más de una década después, luego de patadas crueles y lesiones de difícil solución, cumplió todo aquello que prometió con sonrisas

Zeballos debutó en la Primera del conjunto azul y oro con 18 años, en la victoria del equipo de Miguel Angel Russo por 2-0 ante Newell’s en la Bombonera por la Copa Diego Maradona, quien había pasado a la inmortalidad cuatro días antes. No obstante, ya había cautivado miradas; apilado elogios. Juan Román Riquelme, ídolo del club -entonces vicepresidente, ahora presidente- lo destacó de inmediato: “Tiene cosas que se las veo a muy pocos. Eso de que pasa el pie por arriba de la pelota y patea con las dos piernas. Va a hacer disfrutar mucho a los hinchas de Boca”.

Poco a poco, el diestro de gambetas y firuletes fue sumando minutos. El 11 de diciembre de 2021, en la victoria de Boca por 8-1 frente a Central Córdoba en Buenos Aires, presentó su trailer. Zeballos metió su primer gol: se cargó de un penal cuando el juego estaba 2-0, picó la pelota y celebró sacando la lengua. Una picardía, su primera picardía. “No tiene miedo escénico, juega como si tuviera en el patio de su casa, explicó tiempo atrás René Ruiz, el primer entrenador de su vida.

Con la llegada de Sebastián Battaglia al banco de suplentes del Xeneize, el diestro se convirtió en pieza fija. Sin embargo, su camino, ascendente y, en este caso -en tantos casos- por la banda izquierda, se cortó de raíz: Milton Leyendeker, defensor de Agropecuario, le pegó una patada descalificadora en la victoria de Boca por 1-0 ante el Sojero por la Copa Argentina y su tobillo diestro lloró por un dolor que solo la visita al quirófano fue capaz de curar

Aquí comenzó el viacrucis. Zeballos estuvo 143 días de baja, se perdió 19 partidos y volvió, pero entonces su menisco externo dijo basta, estuvo 61 días de baja, se perdió 12 partidos y volvió; pero se lesionó, otra vez la rodilla, otra vez meses, esta vez 17 partidos, y volvió. Siempre volvió, incluso en la peor de las horas: el 10 de octubre de 2023, en la caída ante Belgrano en Córdoba, se cortó el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Entonces, enfrentó, como a un rival en la cancha, a la realidad. Resiliencia, hay que seguir para adelante, esto pasa”, le confió al Canal de Boca. 

El Chango regresó en el Mundial de Clubes, en el que Boca cayó en la fase de grupos y él pasó desapercibido. Aún faltaba tiempo, de recuperación y juego, y una minúsculos problemas de tobillo que lo marginaron de los duelos ante Central Córdoba y Defensa y Justicia por el Torneo Clausura. Cuando su físico encontró paz y su mente serenidad, Zeballos regresó. El Changuito jugó 20 minutos en el éxito por 5-0 frente a Newell’s en la Bombonera y, poco a poco, la mueca de Boca se convirtió en sonrisa, en gran parte, por sus trucos. 

El atacante, entusiasta, con hambre de arco rival, marcó el camino y un gol en la derrota del conjunto de Claudio Úbeda por 2-1 ante Belgrano. Luego, brilló ante Barracas Central, fue un terremoto contra Estudiantes (erró un penal y convirtió un golazo) y, en su casa, ante el sempiterno adversario, se consagró. 

Zeballos salió eléctrico a la Bombonera, fue el futbolista más activo del primer tiempo y, en los últimos segundos, se convirtió en el más determinante. Tras un pelotazo de Ayrton Costa, quedó pie a pie con Lautaro Rivero. A pura velocidad, el extremo se perfiló para la diestra, pateó con potencia y Armani contuvo su remate. No obstante, quedó el rebote muy cerca del santiagueño, que empujó la pelota al fondo de la red.

En el amanecer del complemento, robó una pelota sobre la banda izquierda, condujo a pura velocidad desde la mitad de la cancha hasta el área rival y, en vez de definir, tiró un centro rasante al punto de penal, que Miguel Merentiel transformó en gol. 

Segundo antes del pitazo final de Nicolás Ramírez, Úbeda lo reemplazó por Kevín Zenon. No obstante, el jugador no se fue solo: lo siguieron los aplausos, algún recuerdo intruso que invadió su mente y el cariño de los hinchas de su equipo que encontró una unica forma de evaporarse: las lágrimas

El camino, sinuoso, de curva peligrosa, jamás lo quebraron. La emoción, si. Los planes de Dios son perfectos. Solamente hay que tener paciencia y seguir laburando. Tengo un grupo de trabajo fuera del club, que son muy importantes para mí. Darle esta alegría a la gente, con todo el equipo... Es una alegría inmensa. Lo necesitaba", resumió, con la voz temblorosa, Zeballos. Nadie podría haberlo hecho mejor que él. 

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