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Es hora de ponerse los pantalones largos, Boca

En el último año y medio las grandes alegrías propias fueron las desgracias ajenas. Ahora aparece la oportunidad de volver a darle a su gente un súper triunfo y de yapa profundizar la crisis de River. Hay con qué y hay por qué.

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Por Lucas Beltramo
Boca
Ander Herrera y Paredes, dos de los talentos. El Vasco estará seguramente en el segundo tiempo.

El show de Deyverson en Belo Horizonte, los huevos de Nacho Vázquez y todo Platense la noche en la que no pudieron despojarlos, la exhibición de Vitor Roque y el Flaco López acá y allá, el penal de Villa que activó la puteada general. En el último año y medio las grandes alegrías propias fueron las desgracias ajenas. El que entiende del folklore del fútbol no teme reconocerlo. Pero las carencias del rival no tapan las de uno, tan solo las maquillan. Muchas veces, de manera peligrosa. 

Por eso este domingo, cuando vaya caminando por Suárez, doble en Juan de Dios Filiberto y empiece a enfilar los últimos metros hasta sumergirme en las tribunas de la inigualable Bombonera, será con el deseo de terminar el domingo sumando mucho más que tres puntos y la clasificación a la fase de grupos de Libertadores 2026. Porque Boca necesita un triunfo de esos que más que puño apretado sea abrazo con desconocidos, pecho inflado en la escuela, sonrisa de oreja a oreja en la oficina, cargada durante toda la semana. 

Más allá de que River llega a Brandsen 805 como una máquina de perder que no se detiene ni con penales inventados a los 100 minutos, el Superclásico es el Superclásico y hay debut de presidente, un dato nada menor en los tiempos que corren. Pero el Xeneize tiene un equipo con la flecha para arriba, nuevas titularidades por la reclamada meritocracia (Delgado y Zeballos), delanteros que empezaron a mojar (2 de Giménez, 2 de Merentiel y 2 del Changuito en los últimos tres partidos) y un líder adentro y afuera que invita a soñar: Leandro Paredes.

Ya quedó muy lejana la hermosa tarde del 21 de abril de 2024, en la que Boca, bajo un radiante sol cordobés, eliminó por tercera vez consecutiva a River, con un 3-2 de cuartos de final que tuvo remontada, doblete de Merentiel, gol importante de Cavani, atajadón de Chiquito Romero, la emoción de Diego Martínez y el principio del fin para Demichelis. Una semana después, cuando el juego fluía y el equipo tocaba su techo, llegaría la injusta eliminación desde los doce pasos ante Estudiantes en la semi de la Copa de la Liga, bajo la atenta mirada de un Nazareno Arasa que omitió dos penales para el Xeneize pero no uno para el Pincha, y ya no habría más triunfos de los grandes.

Paredes y el presente de Boca: "Vamos por buen camino"

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En los últimos 18 meses, tan solo aparece un 3-2 a San Lorenzo en la Bombonera como para engañar al estómago. Ni hablar del gol de Merentiel al Bayern Múnich y esa felicidad plena que duró 18 minutos, hasta el 1-2 de Olise. Después solo hubo empates, derrotas y dolorosas eliminaciones en los llamados “partidos importantes”. Pero el último domingo hubo un guiño del destino y lo que era parda derivó en triunfo agónico en La Plata ante Estudiantes, que pasó a valer aún más cuando el Lobo se bancó el Arasazo. Por momento del año y cupos en juego, sin dudas la victoria más importante desde aquella hermosa tarde de sol en Córdoba.

Ojalá en unas horas quede como el aperitivo de una alegría mucho mayor, grande en serio, de las que El Jugador Número 12 se merece hace rato. Es hora de ponerse los pantalones largos, Boca.

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