El primer gol de Central Córdoba (SdE) lo expuso, pero debe quedar en claro que los cuestionamientos no tienen que ver solo con alguna jugada en particular. Lamentablemente, Marchesín no transmite la seguridad que se esperaba para el arco de Boca y si bien no es ni por asomo el principal problema que hoy padece el equipo, también hay que entender la importancia que tiene el lugar que ocupa. Más aún cuando el plantel tampoco ofrece variantes potables. A Brey todavía le falta y las otras dos alternativas son Chiquito Romero y Javi García, quienes no son tenidos en cuenta y sus contratos vencen en diciembre.
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Con 37 años -y un presente lejos de su mejor versión-, su llegada no había generado una gran expectativa aunque hay que ser justos y reconocer que en sus primeras presentaciones respondió muy bien. El punto de inflexión fue Alianza Lima y aquella salida previa a los penales. Más allá de quién haya tomado la decisión, su postura de ir a avisar que se realice la variante quedó marcada en el hincha. La sensación de ni siquiera intentar quedarse en cancha provocó un quiebre: no mostró la personalidad que se necesita. Y a partir de ese momento nada volvió a ser igual.
Se lo empezó a mirar de reojo y a evaluar sus actuaciones con mucho más detenimiento. Claro que el momento de Boca no acompañaba, pero la sensación que bajaba de la tribuna era de desazón por no tener a un arquero salvador. De esos que ganan partidos. Sin errores tan groseros en tantos recibidos, aunque varios con algo -o mucha- responsabilidad, de Marchesín también molesta algo de su perfil. Se dice que habla más de lo que ataja y esto en un contexto deportivo desfavorable puede ser letal. Se le recriminan innecesarias provocaciones a rivales y también el hecho de complicarse con arriesgadas decisiones.
Justo contra Central Córdoba (SdE) volvía de un desagarro que había sufrido contra Aldosivi y se lo esperaba con cierta expectativa por las dudas que había dejado Brey en el gol olímpico de Di María. Sin embargo, quedó expuesto por su falta de decisión para adueñarse del área chica en el descuento de Florentín y todo pudo haber terminado mucho peor cuando en el cierre del encuentro salió lejos y a destiempo para atorar a Verón. El delantero le erró al arco y le perdonó la vida, porque las críticas de los hinchas y los títulos de todos los portales hubieran sido mucho más contundentes.
Hasta el momento lleva 30 partidos jugados (todos como titular) y recibió 25 tantos (tuvo 12 vallas invictas). El equipo con él ganó 14 veces, empató ocho y perdió en las ocho restantes. En el medio estuvo la eliminación de la Copa Libertadores frente a Alianza Lima y de la Copa Argentina contra Atlético Tucumán, la agridulce participación en el Mundial de Clubes y la derrota con River en el Monumental. Se llevó los flashes en la definición por penales ante Lanús, en los octavos de final del Torneo Apertura, cuando ya había sido figura en los 90 minutos y detuvo uno de los disparos desde los 12 pasos.
Los números y las estadísticas no dicen demasiado por sí solos, pero acompañan a un contexto del equipo que no termina de consolidarse. Hace mucho que no hay un guardameta que se afiance durante años en el puesto. El último fue Orion, incluso lejos de los laureles de Córdoba y Abbondanzieri. Su edad (37) obliga a pensar en un reemplazo para un plazo no tan largo, más allá de que la intención de la dirigencia sea esperar la maduración de Brey. El gran problema es que no hay tiempo para experimentos. Con Marchesín bajo la lupa, ¿Boca necesita otro arquero?
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