Agenda

Estadísticas

Reels

El dirigente que domó a los jíbaros reductores de cabezas y los hizo hinchas de Boca

Gerardo Adaro fue secuestrado por una tribu en el 2006 mientras construía un puente: les enseñó a jugar al fútbol, les regaló camisetas y salvó su vida. Una historia increíble.

Author
Por Antonio Serpa
Boca
El ingeniero Adaro (de anteojos) rodeado por sus captores, con los que llegó a tener una gran relación.

El Mundo Boca en una fuente inagotable de sorpresas. Encontrar en cualquier lugar del planeta a alguien con una camiseta de Boca -sea en el circuito de Singapur de F-1 o en un desierto de la Mesopotamia asiática- dejó en realidad de ser sorprendente. Pero siempre surgen nuevas historias que arrancan sonrisas. Gerardo Adaro, ingeniero civil, directivo de la Asamblea de Representantes de Boca por la oposición, puede contar hoy, a sus 61 años, algo que ocurrió hace casi 20 y que pudo no haber contado. 

Trabajando en el Amazonas ecuatoriano en la construcción de un puente sobre el río Pastazas, Adaro y otros ingenieros de distintos países fueron secuestrados por jíbaros, una tribu nativa de reductores de cabezas y fue su rehén durante diez días, en marzo de 2006. ¿Por qué lo secuestraron? El reclamo no era contra su gente sino contra el gobierno nacional, que estaba por firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Además, el pueblo de Ecuador protestaba por la presencia de una empresa norteamericana que estaba causando daños en este pulmón del mundo que es la selva amazónica. Había un disgusto grande de distintas tribus y de los partidos de izquierda ecuatorianos que se proclamaban "indigenistas".

"Nosotros estábamos trabajando en la selva y la idea fue secuestrarnos para que eso fuera un elemento de presión en las negociaciones", le cuenta Adaro a zeapp.site. "Mientras un grupo grande de distintos pueblos marchaba hacia Quito para voltear el tratado, los jíbaros de la etnia Shuar decidieron tomarnos de rehenes. Me avisaron a las 4 de la madrugada, poco antes de que llegaran a nuestro campamento, y desalojé a 200 personas que trabajaban con nosotros". No fue fácil convencer a los trabajadores, que tenían que cruzar a pie una selva durante 70 kilómetros hasta llegar a la ciudad más cercana, Macas. Pero Adaro, como jefe de grupo, consideró que era lo mejor. "Podía haber sido un desastre. Ellos eran como 500 y venían armados con lanzas, flechas, cerbatanas con dardos envenenados... Así que me quedé con otros seis profesionales y al resto lo saqué de ese lugar".

¿Qué tiene que ver esto con Boca? Durante la convivencia, Adaro les enseñó a muchos de ellos a jugar al fútbol y les regaló camisetas del club que ellos usaban durante los fines de semana en torneos que armaban para pasar el tiempo. "Allá no se podía ir a un shopping o a pasear, así que nuestro refugio era ese". Por supuesto que el día a día sobre todo al principio, fue complicado. No tenía precisamente el tono de un amistoso. "Durante el día en general estaba todo bien, pero a la noche se emborrachaban con chicha y amenazaban con matarnos, así que varias veces pensamos lo peor. Por suerte siempre triunfó la idea de mantenernos vivos porque les servíamos para negociar". 

Adaro tenía dos carceleras que lo custodiaban y no lo dejaban tocar el teléfono: ellas atendían e interceptaban las llamadas, pero como desconocían la existencia de internet, el ingeniero se comunicaba con todos a través de su computadora personal. Esta fue también la clave para llamar la atención de sus cuidadoras, a quienes les mostró videos de la Bombonera con la gente cantando. "Después todos quisieron verlos y se entusiasmaron, reclamaban su camiseta... Claro que no es fácil conseguirlas en el medio de la selva".

El grupo se mantuvo durante el cautiverio en el obrador y compartió los víveres con sus captores. "Teníamos bastante comida y los convencí de que les podíamos ser más útiles allí que dando vueltas por la selva, que es lo que hacen habitualmente con los rehenes. Los hacen caminar de noche para confundirlos y que no sepan dónde están", cuenta Adaro. El ingeniero apoyó los reclamos de la tribu shuar enviando cartas desde allí al gobierno y fue ganándose su confianza. Cuando llegaron a rescatarlos, el 18 de marzo, gracias a la intervención de la cancillería argentina y de distintas oficinas del gobierno local, los encontraron a todos mezclados jugando fulbito con las camisetas de Boca puestas. Una locura. "Los jíbaros se olvidaron de todo y querían subirse a los helicópteros. Muchos de ellos ni siquiera conocían los televisores, los vieron por primera vez en nuestro campamento".

 Boca
Los jíbaros los secuestraron en el Amazonas ecuatoriano.

El ingeniero se quedó trabajando hasta diciembre de ese año en la construcción del puente y, en agradecimiento, los mandatarios de Ecuador con el entonces presidente, Alfredo Palacio, a la cabeza, hicieron dos concesiones: permitieron que el puente se iluminara de azul y amarillo en sus 400 metros de extensión y, por otro lado, permitieron que Adaro y su gente llevara el fútbol por las escuelas. "A algunas hasta las pintamos con los colores de Boca. El fanatismo creció tanto que contacté una costurera en Macas y nos hizo camisetas de Boca hasta con el sponsor". Años después, cuando el hoy dirigente ya no trabajaba en Ecuador, los pedidos de camisetas seguían llegando: "Quedamos en contacto con varios de ellos, incluso con algunos familiares de los que nos habían capturado".

Boca
La cabeza reducida. Cortan las de sus enemigos y las exhiben como trofeos.

El tema de haber conservado las cabezas en medio de la tribu shuar no es una cuestión menor. "Ellos reducen las cabezas de sus enemigos a una tercera parte del tamaño original. Quedan del tamaño de una naranja. Y les cosen los labios y los párpados para que por allí no se les escape el alma", relata Adaro. "Los chamanes o los jefes las exhiben en sus chozas y eso les da prestigio, impone un respeto y una jerarquía en medio de disputas territoriales". La llegada de los turistas y de estudiantes de universidades europeas devino luego en un comercio de esas cabezas: "Se las vendían a 250 dólares. Y cuando se acabaron, empezaron a profanar tumbas de los recién fallecidos para conseguir más y seguir con la producción", cuenta el ingeniero, que aún recuerda algunos vocablos en shuar que los ayudaron a comunicarse. La palabra que, al revés, se introdujo para siempre en la historia de los jíbaros fue "Boca", por supuesto. "Algunos ya conocían al club y lo relacionaban con Maradona". Los domingos de aquel año, en el cual el equipo fue campeón de la mano de Basile, se convirtieron en días de fiesta. En las escuelas los esperaban para jugar y para cantar por Boca. Todas se habían transformado en pequeñas Bomboneras en medio del Amazonas. 

Boca
Una de las carceleras de Adaro. No le dejaban tocar el teléfono.
Boca
Con las camisetas de Boca que les regalaron y un arco como los históricos de la Bombonera.
Boca
Los chicos formados con las camisetas que le mandaban a hacer a una costurera.

¿Fanático del Xeneize? Enterate todas las noticias de Boca Juniors a través de Zeapp Sports. Seguí nuestra página en Facebook o Google News. También podés registrarte gratis e indicar tus preferencias para recibir notificaciones en tu browser o bajate nuestra APP (disponible en Android & iOS). Accedé a todas las estadísticas de La liga profesional del fútbol Argentino.

Logo de Boca Juniors

No te pierdas nada

Recibí las últimas noticias, cúando juega Boca Juniors ¡y más!

Te puede interesar