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Messi, lágrimas de fútbol y de felicidad

En su despedida de local por los puntos, Leo volvió a brillar y el equipo lo acompañó con otra gran actuación. Como para que el sueño no se termine.

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Paredes abraza a Messi. Lo viejo funciona y lo nuevo trae esperanzas. Fiesta extraordinaria de Argentina (Fotobaires).
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Por Antonio Serpa

Las despedidas siempre implican un dolor, una pérdida. Todos tuvimos tiempo para prepararnos, si hasta nos animamos hace un par de años a bromear con que el comienzo de estas eliminatorias eran el UPD de Messi. Su último primer día. Nadie se animó antes del partido a asegurar que este era el último, pero sí lo fue. Lo fue en Eliminatorias de local como el mismo Lionel lo confirmó al finalizar el partido. Pero antes de su anuncio oficial, su cara lo decía todo. Las lágrimas rebasando el balcón de las pestañas, el gesto de puchero contenido, la mirada fija en cada sector del estadio y sobre todo en el palco desde el cual sus hijos lo saludaban. Abrazándolo a la distancia primero y luego acompañándolo hasta el centro del campo en un ingreso al campo único, que recordará por el resto de su vida. Acaso haya otras noches en la Argentina, muchos sueñan con una despedida federal recorriendo el país, pero la competencia sudamericana seria, por los puntos, llegó inexorablemente al final con la emoción explotándole en el pecho en cada estrofa del himno a capella.

Es tan grande la figura de Messi, su aura, su realidad y la leyenda que comienza, que nadie reparó en que seguramente fue también una noche de despedida para Otamendi y, por qué no, para Lionel Scaloni. Nada menos. ¿Quién puede asegurar que luego del Mundial el técnico continúe en su cargo? Nadie. Es muy joven, para la vida y para la carrera, y le quedan muchos desafíos por cumplir a pesar de haber recorrido la historia al revés: empezó por lo más grande a lo que pueden aspirar los entrenadores.

Lo bueno, lo realmente extraordinario de esta Selección es que ni Messi ni sus compañeros ni el cuerpo técnico se dejaron invadir por esas emociones que sentían apenas unos minutos antes. Nada de eso. El equipo se sacudió cualquier rasgo de fiesta, de homenaje, de tributo, y se puso a jugar como si las urgencias fueran suyas y no de Venezuela. Desde ya que el solo nombre marca de quién es la responsabilidad de llevar adelante el partido, pero Argentina está clasificada desde hace rato y, en cambio, su rival está tratando de arañar el repechaje hacia el primer Mundial de su vida. Pues bien, no hubo equivalencias. Ni en la jerarquía, ni en la intensidad, ni en la postura. Fue todo de Argentina, aun con diferentes aristas y modalidades. Más lento y paciente el primer tiempo, mucho más veloz y directo con algunos retoques en el segundo tiempo.

La palabra de Messi después de la noche especial en el Monumental

La palabra de Messi después de la noche especial en el Monumental

Algunas conclusiones: Messi sigue teniendo la voracidad de hace 20 años, cuando empezaba este camino,. Y con la jerarquía intacta y la generosidad de sus compañeros, metió dos goles y casi tres. A Paredes le vino bárbaro hacerse dueño de Boca: el partido fue una continuidad de lo que viene mostrando en su club, pleno de confianza, para meter un anticipo y un pase de fantasía como el del 1-0. Julián es, además de un gran jugador, un pibe extraordinario que -sin comprometer la jugada- asistió a Leo en esa apertura del marcador que bien pudo ser suya. Las paredes entre Mastantuono y Messi fueron el pasado y el futuro tocando en este fugaz instante de presente que comparten. Almada es uno de los herederos, sin duda. Lautaro siempre será un animal de gol. Y hay un plantel maravilloso, único, tal vez el mejor de todos los tiempos por la riqueza de características individuales, por las variantes y por la química sostenida. Un grupo que puede ser moldeado para armar equipos veloces y de desborde para un 9 o cosido fino y sin referencia por adentro.

Fueron tres goles, pudieron ser más, la gente vivió la fiesta inolvidable y Messi se despidió allá arriba, como lo soñaba. Como probablemente no se le cruzó la cabeza allá cerquita, hace 20 años, cuando empezó a regar con su magia este y todos los campos del mundo. Decir gracias, solamente gracias, eternamente gracias, suena a poco. Pero seguro que él no quiere más que eso, que el agradecimiento del pueblo al que siempre quiso hacer feliz.

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