River y Gallardo: el dilema entre la gratitud y la nostalgia
Di Carlo tomó una decisión acorde a sus promesas de campaña y el Muñeco seguirá en 2026. Ya sin red de protección, el técnico tendrá una última oportunidad para recuperar a un River agradecido pero también atrapado por su pasado.

Aun en medio de una campaña bochornosa en el último mes y medio -que se suma a los fracasos del año y medio anterior-, Stéfano Di Carlo tomó una decisión lógica. Habiendo ganado las elecciones por el 61% de los votos tras una campaña en la que había dicho que Marcelo Gallardo encabezaba su proyecto de fútbol, la primera medida del nuevo presidente fue consecuente: le renovó el contrato al técnico.
Es cierto que el Monumental cantó el domingo “que se vayan todos”, un grito que directa o indirectamente toca a Gallardo, pero no conviene hacer una lectura literal de ese estallido. Di Carlo, en todo caso, también parece haberle recortado poderes al Muñeco. De una frase que había dicho en su presentación como candidato -el 25 de agosto-, “el liderazgo y el CEO del fútbol es Gallardo en manera total y exclusiva”, ni ayer ni en las semanas previas hubo señales.
Gallardo continuará en 2026 aunque seguramente sin el control total que tomó desde su asunción en agosto de 2024 y que, según aquella frase ya dejada atrás por Di Carlo, parecía que iba a mantener durante la flamante administración. El Muñeco seguirá eligiendo los nombres de los refuerzos pero las negociaciones volverán a manos de los dirigentes: los mercados de pases de 2025, con millones de dólares pagados por jugadores que no lo valen, evidencian sus errores y, peor aún, cierta desactualización.
La estrepitosa caída en los últimos diez partidos, con siete derrotas, un empate -que en la práctica fue una octava caída porque le siguió la eliminación por penales contra Independiente Rivadavia- y dos triunfos, dejaron al Muñeco con el boleto picado. Máximo responsable de un 2025 penoso por el armado del plantel, las decisiones futbolísticas, la subestimación a rivales y la lectura de partidos, Gallardo tendrá una última oportunidad para rearmar el vestuario y el equipo.
Gallardo acordó su renovación con River hasta diciembre del 2026
Eliminado por Platense, Talleres, Independiente Rivadavia, Palmeiras y Monterrey, y al borde de quedar afuera de la Copa Libertadores 2026, River tiene un dilema, si abrazarse a la gratitud o dejarse atrapar por la nostalgia. Si por su presente Gallardo debería ser despedido -o eso habría ocurrido con cualquier otro técnico-, por su pasado nunca podría ser echado. La única solución es que el actual Muñeco se acerque al del pasado.
Gallardo se mostró como “un pibe del club” pero fue extraño cuando enfatizó en los “hinchas genuinos”, como si -trasladado a la política nacional- hubiera “hinchas de bien” y no. Las críticas que recibió hasta ahora -o al menos el 99,99% de ellas- fueron legítimas y merecidas. En lo que resta de 2025 y todo lo que vendrá en 2026, River necesitará a un Gallardo que una, recupere la sonrisa y vuelva a sostenerse por su presente, ya no recostado sobre su pasado.
Las estatuas, que son gratitud y nostalgia, no ganan partidos ni títulos. En todo caso, ya los ganaron.
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