Debacle a la medianoche: ¿Gallardo rescatará a Gallardo?
Un River insoportable multiplica su desastre y el técnico sigue sin aportar soluciones a un equipo sin hambre ni fútbol elegido por él mismo. Aun con mucho en juego en lo que resta del año, el Muñeco deberá reinventarse para no volver a fracasar -ya sin red de contención- en 2026.

El año se le hace tan largo e insoportable a River como el martirio ante Independiente Rivadavia, que empezó el viernes y tormenta mediante terminó ya varios minutos después de iniciado el sábado, un nuevo fracaso en lo que es el peor año del club en la última década -y más también-.
En caída libre, lo que resta de 2025 encima huele más a una condena que a una solución: el superclásico, la tabla anual y la definición del Clausura eran objetivos menores que ahora se parecen a un Everest para un equipo que originalmente había sido creado para pelear la Libertadores.
Irreconocible pero a la vez ya esperable, el equipo de Marcelo Gallardo se convirtió en una máquina de sumar fracasos dentro y fuera del país. A nivel local, ante Talleres por la Supercopa Internacional, contra Platense en el Apertura y frente a Independiente Rivadavia por la Copa Argentina. En el plano internacional, contra Monterrey (e Inter) por el Mundial de Clubes y Palmeiras en la Copa Libertadores. Si antes los títulos caminaban junto al Muñeco, ahora lo persiguen (y lo atrapan) las eliminaciones.
Derrotado también por Riestra y Sarmiento en el Monumental, Gallardo sumó varias derrotas de esas que se denominan "saca técnicos": su proceso se sostiene en el pasado. Desde ya, nadie con memoria puede dudar de que debe continuar en el cargo en 2026 -salvo que él lo decida-, aunque ya no tendrá la red de contención de 2025. Es hora de que, en su segunda etapa, el Muñeco baje de la estatua al técnico.
River llega a noviembre con los mismos problemas de todo el año: del mediocampo para arriba, pueden entrar todos los jugadores y salir todos que no cambiará nada. Que Miguel Borja y Facundo Colidio hayan terminado como los delanteros ante Independiente Rivadavia no sólo parece un chiste de mal gusto sino que deja en evidencia al pésimo armado del plantel.
La tensa y breve conferencia de Marcelo Gallardo tras River vs. Independiente (R)
En esa puerta giratoria, ya ni siquiera queda claro si Enzo Pérez es titular o no. Es todo tan extraño que hasta Santiago Lencina, que parecía haberse ganado un lugar, anoche ni siquiera se sentó en el banco de suplentes. El pibe no será el salvador de River pero su caso expone la volatilidad general.
El fútbol tampoco funciona pagando millonadas por jugadores que no lo valen, desde Kevin Castaño hasta Sebastián Driussi, muy frágil en lo físico luego de tantos años en Rusia y Estados Unidos. Incluso Maxi Salas, que había revitalizado a River al comienzo del segundo semestre, se contagió de la abulia de un equipo que a sus problemas futbolísticos le suma la falta de actitud de los jugadores, salvo pocas excepciones, entre ellas Gonzalo Montiel y Marcos Acuña.
En concreto, es -o se parece mucho, muchísimo, demasiado- a un River con la panza llena, que juega como si ya no tuviera que ganar más, o como si estuviera de vuelta de todo, o como si los hinchas no pudieran pedirle nada: vale para los jugadores, el cuerpo técnico y la dirigencia, entregada en los últimos tiempos a una comunicación pretenciosa, empresarial, anglicista, alejada de lo futbolero. Madrid será una gratitud eterna pero todos los partidos siguen comenzando 0 a 0.
Vale recordar, eso sí, que el problema de este River herbívoro y descorazonado viene desde hace rato. Sin contar las Ligas 2021 y 2023, un sistema por suma de puntos que ya no corre -y que permitió el pase directo a finales a partido único-, River lleva 18 eliminaciones en torneos nacionales e internacionales antes de la instancia decisiva. Su última final fue la Copa Argentina 2019. Aunque River se hace el distraído, su historia moderna está llena de fracasos como el de anoche, como ante Patronato en 2022 y Temperley -con Martín Demichelis- en 2024.
Pero el tema a seguir, al menos en lo que viene, es Gallardo, que en 2025 profundiza sus ya discretos años anteriores: 2022 en River, luego en Arabia Saudita y segundo semestre de 2024 otra vez en Núñez. ¿Por qué no le llega a un equipo que eligió él mismo a cambio de 74 millones de dólares? ¿Tiene el fuego sagrado de antes? ¿Debe actualizar su cuerpo técnico? ¿Cómo hará para renovar un plantel que inevitablemente sufrirá muchas bajas a fin de año? Y lo central: ¿Sabe cómo mejorar al equipo? ¿Gallardo rescatará a Gallardo?






