La gloria entre manos de luz y sombra: crónica del ascenso de Gimnasia de Mendoza a la Primera División
El Pituco jugará la Liga Profesional en 2026 tras salir campeón de la Primera Nacional ante Deportivo Madryn en una final con intervención del VAR y Rigamonti como héroe en los penales.

41 años pasaron desde la última vez que Gimnasia de Mendoza jugó en la Primera División del fútbol argentino. En una tarde-noche dramática y digna de una final, el Lobo le ganó a Deportivo Madryn y es el campeón de la Primera Nacional. Bajo la lluvia y a los ojos de miles de hinchas, el Pituco se empapó de gloria.
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La calurosa tarde en Vicente López no era rival suficiente para todos los hinchas de Gimnasia presentes. Parejas, familiares, amigos, hasta mismo desconocidos unidos por una misma pasión, decoraron el marrón de Platense con blanco y negro. Desde el recibimiento con banderas y humo al aliento incesante, el empuje de la gente fue indispensable para la hazaña.
"Estamos emocionados y ni siquiera arrancó. Fue mucho viaje y mucho esfuerzo el estar acá", expresó Juan Pablo, un hincha del Lobo en la previa, con los ojos vidriosos, en diálogo con zeapp.site. A su lado, su amigo Nicolás, con una estampita del histórico jugador y leyenda del club, Víctor Legrotaglie, que decía: "San Víctor de los milagros". Quizás, el triunfo del Pituco haya sido otro de sus milagros.
"Yo nací a cinco cuadras de la cancha de Gimnasia. Hoy es un momento espectacular para el club, para todo el parque y para todo Mendoza", detalló el hincha Daniel Rubio, de 68 años, quien admitió haber visto en vivo a Legrotaglie: "El Víctor era otra cosa. Los goles olímpicos que hacía, era un genio. Una pena que ya no esté más con nosotros". El apodado Maestro falleció el 30 de marzo del 2024, a causa de una insuficiencia respiratoria, pero permanece en la memoria de todo Gimnasia y vive en los recuerdos de los hinchas.
El árbitro Nicolás Ramírez pitó el saque inicial que abrió una película dramática y con muchos vaivenes, pero principalmente determinada por las manos. Al minuto 4, un impacto con el brazo de Matías Muñoz invalidó el primer tanto de Gimnasia de Mendoza, que rápidamente se enfocaba como protagonista del partido. Luego, tan sólo media hora más tarde, un acomodo con el bíceps de Nicolás Servetto al arranque de la jugada sirvió como argumento para el juez para volver a invalidar otro gol del Lobo. Hasta aquí, las manos estaban condenando y colmando la paciencia de todo el equipo y de los hinchas, que insultaron al referí una vez finalizó el primer tiempo.
Ya con el sol escondido, Madryn demostró por qué finalizo puntero en su grupo. A través de un gol de cabeza de Luis Silba, el Aurinegro se ponía en ventaja a falta de 15' para que finalice el encuentro y desató el éxtasis de sus hinchas.
El reloj corría y el resultado permanecía hasta que una mano, esta vez, le dio alegría al Pituco. Un impacto en el brazo dentro del área de Alejandro Gutierrez derivó en un penal al minuto 46 -ya en el tiempo adicionado- que Facundo Lencioni se encargó de convertirlo, con un remate lleno de violencia que despertó a las arañas en el ángulo del arco y creó un grito mendocino de gol.
El gol de Lencioni, que igualó de penal el partido sobre el final

La película debió continuar en el tiempo extra, en el que el empuje y la garra de los equipos era más fuerte que las piernas ya extenuadas de los futbolistas. Nuevamente, las manos dieron que hablar. El arquero de Deportivo Madryn, Yair Bonnín, se vistió de héroe, salvó en reiteradas ocasiones al Aurinegro y evitó que el Lobo gane el duelo que no pudo definirse en la prórroga, por lo que sólo restaba una instancia para definir el asunto: la tanda de penales.
Bajo la lluvia y con la hinchada de Gimnasia de Mendoza detrás, desde el punto ubicado a doce pasos del arco se resolvería el pasaje a la Primera División del fútbol argentino. Y como fue durante todo el juego, otra vez las manos fueron decisivas. El arquero del Pituco, César Rigamonti, contuvo los primeros dos penales, que le otorgaron una gran ventaja en la definición.
Por último, tras el disparo al travesaño de Diego Crego, los ojos de los jugadores, cuerpo técnico, amigos, parejas, familias y todo lo que ronda a Gimnasia de Mendoza se iluminaron, pues todos juntos consiguieron el ascenso. Todos ellos son triunfadores. Todos ellos son los campeones de la Primera Nacional.
La alegría de los fanáticos fue el motor que culminó con la invasión del estadio, una vez terminó el partido. La fiesta tuvo lugar en el césped y bajo la luna, que fue testigo de un ascenso de película. Hinchas arrodillados señalando al cielo y desde las sonrisas de oreja a oreja hasta los llantos de emoción, en los que las lágrimas se mezclaban con las gotas de una lluvia perenne. Porque cada uno tiene su propia historia, su propio pasado, presente y futuro vinculado al Lobo. Vicente López fue la sede de una odisea para el Pituco, que resultó en el cierre más fascinante para ellos: Gimnasia de Mendoza volvió a la Primera División.
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