El tributo oculto que realiza la película Las Guerreras K-pop
Una interesante crítica del New York Times destaca cómo el éxito de Netflix transforma el fanatismo en el verdadero corazón de su historia.

Las Guerreras K-pop generó revuelo en cada rincón del planeta y despertó no sólo elogios de la crítica, sino un análisis profundo para entender los motivos de su enorme éxito. Por ejemplo, Maya Phillips, crítica de cultura del New York Times, admitió haber visto la película más de seis veces y escribió un texto interesante que se enfoca en los fanáticos de Huntrix como un tributo a los seguidores de bandas reales.
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En su texto, cuenta cómo participó de funciones especiales donde el público cantaba, gritaba y repetía los diálogos con pasión. Esa comunión entre película y espectadores es la clave de su éxito: un fenómeno que convirtió a la producción animada de Netflix en un verdadero ritual compartido.
Desde su estreno, Las Guerreras K-pop pasó de ser una apuesta modesta a transformarse en la película más vista en la historia de Netflix, un logro que pocos esperaban. Pero según Phillips, su impacto no se explica solo por sus melodías pegadizas o por su estética vibrante, sino por algo más profundo: el respeto absoluto hacia su comunidad de fans. A diferencia de tantas franquicias que usan al público como simple mercado, esta historia pone a los seguidores en el centro y los convierte en protagonistas.
Las heroínas de la película -Rumi, Mira y Zoey- representan esa conexión emocional que une a los artistas con su público. Su misión es proteger el Honmoon, una barrera mágica que solo se mantiene firme gracias a la energía de sus fans. En palabras de la autora, “el poder de Rumi no está tanto en su voz, sino en su capacidad de conmover e inspirar a quienes la siguen”. Es esa reciprocidad lo que hace que la película se sienta como un homenaje: cada canción, cada escena y cada destello visual rinden tributo al poder colectivo del fandom.
Phillips también destaca que Las Guerreras K-pop no idealiza el fanatismo. Cuando el entusiasmo se desborda, la película lo muestra con claridad, revelando cómo las comunidades digitales pueden volverse intensas o incluso tóxicas. Sin embargo, el mensaje final es luminoso: los fans y las heroínas se funden en un mismo canto, y esa unión simbólica reafirma la idea de que la fuerza real surge del vínculo entre quienes crean y quienes creen.
En el clímax, el cine y la realidad se mezclan. Las voces del público se confunden con las de Huntrix, y el Honmoon brilla con una energía compartida. “Lo que separa a un fandom de otro producto más de la cultura popular -escribe Phillips- es lo real que se vuelve ese mundo ficticio para quienes lo aman”.





