La transformación: cómo Vélez aspira a pasar la serie con Racing
Nuevo espíritu, solidez, el equipo por encima de todos, confianza... El Fortín de los Schelotto llega en un muy buen momento a una serie decisiva.

Sin dudas, Vélez llega con la flechita para arriba a esta llave de Copa. Se sabe, los duelos entre equipos de un mismo país en Copa Libertadores tienen un plus de intensidad y también de dificultad. Por el conocimiento entre ambos, porque se trata de una llave eliminatoria, por lo que hay en juego, superior al pan nuestro de cada día que es el torneo local.
¿Por qué Vélez de repente aparece en este gran momento ante un cruce de tanta responsabilidad? Porque Guillermo Barros Scehlotto encontró el equipo, le dio un estilo, le renovó la confianza y le insufló un espíritu ganador que se había esfumado en poco tiempo durante la etapa de Sebastián Domínguez. Hay una frase, o dos, que marcan la diferencia entre un ciclo y otro. Mientras el exentrenador se escudaba en ciertas carencias ("Este equipo dejó de ser el Velez Campeón, hay seis cambios"), los Melli llegaron con una propuesta superadora, de fuerza, llena de optimismo: "Tenemos que trabajar entre todos para recuperar al equipo campeón". Es, tal vez, un diagnóstico similar, pero mientras Domínguez bajaba un cambio para que no le pidieran lo mismo que había conseguido Quinteros, Guillermo aceleró y fue por más. Confió en lo que tenía y supo potenciarlo.
Los refuerzos conseguidos, por ejemplo, fueron clave: Magallán, Aliendro y Lanzini, que venían de bajones en sus equipos, se acomodaron rápido y empezaron a aportar la jerarquía que hace no mucho había llamado la atención de Europa en el caso del defensor y de River en la situación de los mediocampistas. Pese a los errores iniciales, que costaron puntos, Magallán se convirtió en una pieza clave de la última línea. Y así lo explica GBS: "Puede haber mejores técnicamente o que entiendan más el juego, pero intelectualmente no hay ninguno que lo supere. Entiende todo lo que es defensivo, ubica a todos en su lugar y mejora a la zaga”. Aliendro acomodó el medio y Lanzini comenzó a mostrar los chispazos que parecían ahogados en River.
La pretemporada también fue fundamental por lo intensa y el sacrificio se ve reflejado en los partidos: Vélez ahoga a sus adversarios sin desconocer otra faceta del juego que es asumir un peligroso rol de contragolpeador.
Vélez eliminó a Talleres la última vez que jugó cuartos de Copa Libertadores

El resultado es este equipo sólido (10 vallas invictas en 13 partidos) al que pocos se le animan y contra el que la mayoría prefiere no jugar. Un equipo en el cual hasta el recambio empezó a funcionar (vieja ley no escrita del maestro Carlos Bianchi, que se preocupaba más por los que no jugaban para tenerlos motivados y listos) y que tiene hambre: no hay heladera llena pese a los títulos recientes. Y en esto no hay mucho secreto: los que juegan deben exigirse al máximo porque los de abajo esperan con un fuego de competencia sano y urgente. Los pibes como Jano Gordon, Tobías Andrada o Dilan Godoy entran y cumplen. Y empujan.
En este momento de crecimiento y confianza le llega a Vélez el cruce con Racing. Con la segura vuelta de Marchiori al arco y la ausencia de Brian Romero que deberán disimular entre todos. Actuando como un equipo que se enriquece con sus nombres pero que está por encima de todos ellos.
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