Por qué Peñarol-Racing fue uno de los peores partidos de esta Copa Libertadores
De los 101 minutos que duró el encuentro, se jugaron menos de 40'; hubo 34 tiros libres y la pelota estuvo más en el aire que en un césped que estaba en muy malas condiciones.

El partido entre Peñarol y Racing, correspondiente a la ida de los octavos de final de la Copa Libertadores, fue uno de los peores del certamen. El local comprendió un poco mejor cómo jugarlo (y cómo lucharlo) y se quedó con una victoria clave gracias a un tanto de David Terans. El tiempo neto fue de los más bajos de la presente edición, hubo una excesiva cantidad de faltas, intervenciones del VAR que cortaron el partido y para colmo el césped estaba en pésimas condiciones. Repasá tres factores que hicieron de este uno de los encuentros más feos de la competición más prestigiosa de Sudamérica.
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1. El bajo tiempo neto de juego
Los números indican que el partido duró 101 minutos y 33 segundos, contando las dos adiciones. Sin embargo, sólo se jugaron 39 minutos y 24 segundos. Esto quiere decir que la pelota corrió en apenas el 38% del encuentro; el resto del tiempo el juego estuvo detenido.
En este contexto hubo dos aspectos que influyeron: la cantidad de faltas y las dos intervenciones del VAR. En total hubo 34 infracciones, 12 del Carbonero y 22 de la Academia. De aquellos foules, el árbitro, Raphael Claus, mostró siete amarillas: tres para los uruguayos y cuatro para el equipo argentino.
Además, el VAR intervino en dos oportunidades. En primera instancia para que el colegiado revisara una falta de Adrián Martínez sobre Javier Médez. El goleador de Racing impactó sin intención con sus tapones sobre la cabeza del defensor. Impresionado por el corte, el brasileño expulsó a Maravilla, pero luego, tras revisar las imágenes, rectificó su decisión. También se revisó el gol de Peñarol, por un supuesto offside de Matías Arezo, que fue quien le bajó la pelota a David Terans. Todo lícito y tanto válido para los dirigidos por Diego Aguirre.
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2. El estado del campo de juego
El césped del Campeón del Siglo estaba en pésimas condiciones. Había muchos pozos, la pelota picaba mal y se hacía imposible de controlar. Por este motivo, todos recurrieron al pelotazo para evitar complicaciones. Así lo analizaron los protagonistas:
- Gustavo Costas: "La pelota estaba más en el aire que en el suelo, vi pocos partidos así. Te costaba jugar, te costaba dar un pase y cada pase que dábamos capaz que arriesgábamos porque la cancha picaba. No lo pongo como excusa, no es una excusa, pero bueno, uno hubiese querido llevar el partido a lo nuestro".
- Adrián Martínez: "Fue un partido muy trabado, con muchos pelotazos para arriba, la cancha no estaba buena. No estamos acostumbrados a tirar tantos pelotazos. La cancha estaba mala para los dos, no es excusa. Nos cambió lo que íbamos a jugar y tiramos pelotazos".
- Santiago Solari: "Te soy sincero, mirá que jugué Federal A, Regional Amateur, y no recuerdo un partido tan así. No sé qué se habrá visto desde afuera, pero me lo imaginaba en el momento en el que estaba en el partido y decía 'uy, lo que debe ser este partido'".
- Diego Aguirre: "Sabíamos que iba a ser un partido que había que pelear. Creo que en lo de meter no nos va a ganar nadie, podrán jugar mejor que nosotros, pero de la forma que se dio el partido nos sentimos cómodos. Había que luchar".
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3. El estilo de juego de ambos equipos
Más allá de los constantes cortes y el estado del campo de juego, sin dudas los dos factores fundamentales para explicar por qué fue uno de los peores partidos del año, la forma de jugar de ambos equipos y las características de los futbolistas que había en cancha no ayudaron a cambiar las cosas.
Peñarol dispuso un mediocampo con tres volantes centrales con más corte que juego. El más dúctil con la pelota en los pies, Ignacio Sosa, jugó recostado sobre la izquierda y prácticamente no tuvo participación. Para colmo, Leo Fernández, figura y conductor del equipo, salió lesionado a los 17 minutos. Aguirre recurrió a un once muy combativo y le terminó saliendo bien.
Racing, por su parte, no es un equipo que se sienta cómodo controlando la pelota, lo que más le gusta es explotar los espacios que dejan las defensas rivales. Ante un contrario comprimido y combativo como el Carbonero y con una cancha que no daba seguridad, los de Costas prácticamente no arriesgaron.
Todo este cóctel hizo que el de anoche fuese un partido difícil de ver para el espectador neutral, para aquel que no depositó sus emociones frente al televisor o en las tribunas. ¿Lo positivo? En la vuelta sólo pueden mejorar y la Academia deberá buscar la forma de lastimar a una de las defensas más férreas del continente. El próximo martes, desde las 21.30, el Cilindro de Avellaneda (esperemos que en mejores condiciones) se vestirá de gala para una nueva noche de Copa Libertadores.

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