El gol de Di María a Boca y el gesto que llamó la atención en el Mundial de Clubes
Fideo, que desde el primer minuto sufrió la marca cercana y agresiva del Xeneize, marcó el descuento parcial para las Águilas y levantó su brazo. ¿Pedido de disculpas o saludo a la familia?
Parecía no haber otra forma de marcarle un gol a Boca que con una pelota parada. Desde el silbatazo inicial en el Hard Rock Stadium, Ángel Di María sufrió la marca cercana y agresiva de todos los futbolistas xeneizes, pero antes del cierre del primer tiempo se hizo cargo de un penal caliente y encaminó la remontada de Benfica, que lo perdía 2-0 y lo terminó empatando 2-2 sobre el cierre.
A los 44 minutos, Fideo buscó con un tiro de esquina cerrado desde la derecha a Nicolás Otamendi, quien no llegó a desviar la pelota porque se desplomó en el área grande azul y oro tras sentir un rodillazo en la espalda por parte de Carlos Palacios. Todas las Águilas reclamaron infracción y el árbitro mexicano César Ramos, tras revisar rápidamente la jugada en el VAR, no dudó en cobrar la pena máxima.
Con el talento y la frialdad que caracteriza a un campeón del mundo, Di María definió con sutileza al palo derecho de un Agustín Marchesín que se había revolcado al otro costado y le dio vida a su equipo, groggy en ese tramo del encuentro después de los dos goles seguidos del Xeneize. Se está despidiendo del conjunto lusiano, pero llamativamente no lo gritó, sino que levantó la mano e hizo su histórico festejo del corazón. Consultado luego sobre si le pidió perdón a los hinchas xeneizes, respondió sin vueltas: "No, saludé a mi familia que estaba ahí arriba, pero bueno, todo el mundo está diciendo que pedí disculpas. Bueno, nos viene bien igual. Sentí el cariño, es normal. Si me patean es algo lógico, estoy vistiendo otra camiseta. Me tocó justo también hacer un gol y es lógico que pueda pasar. Es fútbol y uno lo entiende".
Además de algunos silbidos generalizados durante la salida de los equipos (luego fue aplaudido en cada córner), el extremo rosarino padeció las embestidas de cada rival que lo tuvo cerca, en especial los laterales Lautaro Blanco y Luis Advíncula.
El peor cruce, sin embargo, lo tuvo con Miguel Merentiel y Ayrton Costa. El uruguayo lo empujó y el zaguero le metió un topetazo a la altura del cuello a los diez minutos de la etapa inicial y lo dejó tendido buscando aire durante varios segundos. El conjunto de Miguel Ángel Russo, con el que se fundió en un abrazo bien canalla antes del arranque, le hizo sentir el rigor apenas puso un pie en el verde césped norteamericano.
"El árbitro permitió muchas patadas. Si hubiese sacado amarillas al principio del partido hubiese sido un poco más lindo, pero fue trabado", se quejó frente a los micrófonos. A su vez, en diálogo con ESPN, agradeció la pleitesía del pueblo bostero: "Es muy lindo tener la ovación de otros hinchas que no sean los de Central. Estoy usando otra camiseta en este momento, pero ellos (los hinchas) igualmente me lo demostraron y estoy agradecido".
Y le deseó suerte a Boca en esta competencia: "Sabemos lo que es el fútbol argentino, cómo se juega. Hubo momentos que no pudimos manejarlo, no pudimos superar todas las patadas, cortes y hacer tiempo. Pero lo importante es que sacamos un empate. Queríamos buscar la victoria, no se pudo, pero el empate sirve para lo que viene".
Falta todavía para verlo desparramar rivales en el Gigante de Arroyito con la camiseta de Rosario Central, que ya lo espera con los brazos abiertos, pero Di María vivió este lunes un partido con todos los condimentos del fútbol argentino. Fricción, pierna fuerte y emociones aisladas.
Di María le agradeció a los hinchas de Boca y le deseó lo mejor en el Mundial de Clubes
"Sabemos lo que es el fútbol argentino, cómo se juega. Hubo momentos que no pudimos manejarlo, no pudimos superar todas las patadas, cortes y hacer tiempo. Pero lo importante es que sacamos un empate. Queríamos buscar la victoria, no se pudo, pero el empate sirve para lo que viene", analizó la igualdad y empezó a palpitar su regreso.
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