River es una fábrica de derrotas
El equipo de un Gallardo desorientado pierde con rivales superiores -Palmeiras-, inferiores -Sarmiento-, con más ganas -Atlético Tucumán- y visitantes del Monumental por primera vez -Riestra-. En pleno tobogán, y con el pase a la Libertadores 2026 en riesgo, la Copa Argentina puede salvar el año.

Se suponía, a comienzos de año, que el River de los campeones del mundo y de Marcelo Gallardo les ganaría a todos -o casi todos- sus rivales. El fútbol es tan impredecible -y los supuestos Dream Teams cumplen tan poco- que ocurrió al revés: este River pierde con todos. También podría decirse que pierde con cualquiera pero es una expresión que huele a menosprecio y hoy River no está para creerse por encima de nadie: si jugara al solitario, también perdería.
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River pierde contra equipos superiores, como Palmeiras. River pierde contra rivales inferiores, como Sarmiento. River pierde contra rivales que juegan con más ganas, como Atlético Tucumán. River pierde contra rivales que visitan el Monumental por primera vez, como Riestra. Y River pierde también contra rivales que, a diferencia del propio River, terminan el partido con once jugadores, como Rosario Central.
Pero además, River también pierde en su desgastante loop que se repite de derrota en derrota, el de futbolistas que juegan aunque ya cumplieron un ciclo en medio de un plantel muy mal armado por Gallardo. Debe ser difícil encontrar en la historia de River delanteros que hayan aportado tan poco en los meses precedentes y que sin embargo reciban nuevas oportunidades como Facundo Colidio y Miguel Borja: juegan porque no hay otros.
El compacto del histórico triunfo de Sarmiento ante River

Seis derrotas en siete partidos no sólo es una racha tan histórica que, si River vuelve a perder contra Talleres el próximo sábado -y hoy este equipo es capaz de perder con todos-, sólo encontrará una seguidilla peor en el amateurismo. Tres puntos de 21 es, también, un jaque mate a las excusas: ni las ausencias multiplicadas, ni los arbitrajes que a veces juegan al distraído -fue extraño que el VAR no se tomara el tiempo de analizar la mano de Juan Insaurralde antes de finalizar el primer tiempo- ni esa cuota de mala suerte en tiempos aciagos. River no mereció perder contra Sarmiento pero debería decirlo en voz baja, usado en su contra, declarándose culpable.
Sin un equipo titular definido ya en octubre y en pleno tobogán, la Copa Argentina parece -a priori- la única salvación para salvar el año y clasificar a la Libertadores 2026. El semáforo amarillo pasó a rojo: aunque River todavía tiene chances en el Clausura, hoy está más cerca de quedar fuera de los 8 primeros que de ganar el grupo. Hasta la clasificación por la tabla anual ya parece difícil.
Ya sobre el final de la triste noche, la gente de River gritó una canción que, según los más memoriosos, no sonaba en el Monumental desde el Clausura 2013, con Ramón Díaz como técnico: "Jugadores, la concha de su madre, a ver si ponen huevos, que no juegan con nadie". De un poco más atrás es la última racha de cuatro derrotas en fila en el torneo local, en el Clausura 2010, que le costó el puesto a Leonardo Astrada, ya en el tobogán al Nacional B.
Ningún técnico se sostendría con seis derrotas en siete partidos pero Gallardo, lógicamente, se ganó esa red de contención y que no se ponga en duda su continuidad. Eso sí: Copa Argentina mediante, ya es hora de que reabra su fábrica de títulos.
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