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Maxi Salas, el Mencho de Curuzú Cuatiá: la esperanza del River de Gallardo

Con apenas seis partidos con la camiseta del Millonario, el ex-Racing se convirtió en la bandera de un equipo que necesitaba renovar su espíritu. Por su origen mesopotámico, su llegada desde Avellaneda y su estilo de juego, las reminiscencias con Medina Bello son inevitables.

Maximiliano Salas
Salas, la esperanza de un River que necesitaba renovar su espíritu (Marcelo Endelli/Getty Images)
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Por Cristian Damiani

A Maximiliano Salas le bastaron apenas un puñado de partidos con la camiseta de River para que todo el Monumental lo despidiera de pie, bajo una lluvia de aplausos tras su buena actuación, con gol incluido, ante San Martín de San Juan. El ex-Racing lleva seis partidos con la banda roja, pero entre los que ya tienen algunas décadas yendo a la cancha, se hacen cada vez más frecuentes los codazos con el comentario: "Che, es el Mencho"

De contextura física muy similar, de orígen mesopotámico ambos (de Curuzú Cuatiá, Corrientes, uno; de Gualeguay, Entre Ríos, el otro), llegados a Núñez directamente de la Academia y con un estilo que combina potencia con una particular ductilidad y con capacidad de gol, es imposible que este comienzo de Salas no haga recordar a Ramón Ismael Medina Bello

Y sin dudas, eso hace sonreír a los hinchas. Las reminiscencias con quien fuera uno de los emblemas de comienzos de la década del 90 es un guiño a una generación que creció y se formó con el pressing de los equipos de Daniel Alberto Passarella y el fútbol total de los de Ramón Ángel Díaz. Ahora, Salas representa la esperanza de que algo de todo esto pueda volver al Monumental. 

Su presencia le da al equipo algo que River perdió hace algunos años y que Marcelo Gallardo salió, desesperado, a buscar en este mercado de pases: capacidad de lucha. La llegada del delantero misionero, sumada a las de Juan Carlos Portillo y Matías Galarza, dan cuenta de eso. Hasta ahora, solo él mantiene viva esa llama, y en él se apoya la gente para soñar con que, de una vez por todas, el Millonario pueda salir de una medianía que lo hizo consagrarse en apenas dos torneos en los últimos cinco años. 

El golazo de Salas para el 2-0 de River ante San Martín (SJ)

El golazo de Salas para el 2-0 de River ante San Martín (SJ)

Está claro que el hecho de que el espíritu de un club del calibre de River dependa de un futbolista que llegó hace apenas dos meses y que lleva seis partidos no es una buena señal. El equipo de Gallardo hoy se mantiene con vida en todas las competencias por la vigencia de Franco Armani y por el carácter de hombres como Enzo Pérez e Ignacio Fernández, decisivos para sostener una serie increíblemente adversa ante Libertad en Copa Libertadores. 

Sin embargo, con eso no alcanza. Por eso, la apuesta es que Salas contagie. Que cada vez que le pegue un hombrazo para dejar en ridículo a su marcador y para que la gente se levante de su asiento al tiempo que lanza un grito gutural, que nace desde las entrañas, sirva para que sus compañeros lo imiten. Que cada una de sus corridas en solitario obligue al resto a hacerle compañía. Que cada cruce en la salida de un defensor rival lleve a que el equipo se adelante en bloque y reedite aquella presión tan característica de los equipos del Muñeco. 

Es demasiado para un solo jugador, claro, pero es el emblema. En apenas seis partidos, la gente ya lo adoptó y anoche lo despidió con una catarata de aplausos que no se le regala a cualquiera. Restará ver si su impronta, su potencia, su inclaudicable voluntad mueren solo en eso o si es el comienzo de una historia hermosa, como la de Ramón Ismael Medina Bello

El doblete de Medina Bello ante Estudiantes para la consagración de River en la Temporada 1989/90

El doblete de Medina Bello ante Estudiantes para la consagración de River en la Temporada 1989/90

* El Mencho Medina Bello fue el primer ídolo de quien escribe esta nota. Símbolo de un River luchador e intenso que ganó el último campeonato largo de 38 fechas del fútbol argentino, la multiprocesadora, como lo llamaba Atilio Costa Febre, "el que pica, bate, tritura y muele", anotó 9 goles en aquella consagración; cinco en las últimas siete fechas, y dos de ellos en el partido de la vuelta olímpica, ante Estudiantes de La Plata, en el Monumental. 

Medina Bello llegó a River a comienzos de 1989 procedente de Racing, como Salas, y se hizo ídolo en sus primeros cuatro años en el club, antes de irse a Yokohama Marinos, de Japón, en 1993. Luego, volvió en 1996 y tuvo un rol muy secundario en el campeón de la Libertadores, de la Supercopa y el tricampeonato local. En total, jugó 213 encuentros, marcó 70 goles y ganó nada menos que seis títulos de Primera División, más las dos Copas internacionales ya mencionadas. 

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