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La Vuelta de las barricadas

La Vuelta de las barricadas

La Vuelta de las barricadas

Madrid, 15 sep (EFE).- Declaraciones varias en la política nacional e internacional, intervenciones de Netanhayu, programas especiales de TV con horas de emisión, cascada de opiniones...la Vuelta a España concentró las suficientes protestas propalestinas como para cercenar su final en Madrid, en medio del caos y entre barricadas.

Un hecho sin precedentes en las grandes vueltas que puede ser la mecha para alterar otras competiciones en un futuro inmediato. Las protestas se impusieron a un control de seguridad sin precedente, con un despliegue que no se conocía desde la cumbre de la OTAN en 2022.

Mientras los políticos se acusan mutuamente defendiendo cada uno su posición, el mundo del deporte debate sobre cuál sería la solución para evitar que el campeón de una vuelta ciclista termine recibiendo el maillot rojo en el aparcamiento de un hotel, sobre un podio improvisado con neveras.

La Vuelta no pasó por Madrid

La Vuelta a España del 90 cumpleaños terminó a 56 km de la meta de Cibeles por las manifestaciones y disturbios de los grupos que invadieron las principales calles de Madrid, obligando a cargas policiales. La recta donde los esprinters se iban a jugar el honor de ganar en la capital, fue el escenario de la marcha de protesta.

El detonante de todo fue la presencia del equipo Israel Premier Tech en la salida de Turín el pasado 23 de agosto. Un equipo "no invitado, pero que participa por el reglamento UCI al tener los puntos necesarios". Este argumento no convenció al sector social que pensaba que "un estado genocida no debería participar" en la ronda.

El caos se desató en Madrid la tarde del 14 de septiembre de 2014. Las imágenes del pelotón detenido a 56 km de meta y los ciclistas en pie esperando la evacuación a sus hoteles dieron la vuelta al mundo, igual que el derribo de vallas, la invasión de las calzadas y las cargas policiales.

En Figueras primer aviso

La Vuelta transcurrió con normalidad las tres primeras etapas "italianas", también la cuarta que finalizó en Francia. El pelotón saltó a Figueras y en la quinta jornada empezaron los incidentes. En la crono por equipos un grupo de manifestantes obstaculizó el paso del Israel Premier Tech.

Primer aviso y primer dolor de cabeza para la organización, quien desde el inicio trabajó junto a las Fuerzas y Cuerpo de Seguridad del Estado por garantizar el buen devenir de la carrera. Un esfuerzo reconocido por todo el pelotón de ciclistas, incluido el maillot rojo Jonas Vingeggard, quien hizo hincapié al respecto.

Manifestantes propalstinos provocaron la caída de un ciclista en la etapa de Larra Belagua. Segundo incidente. Luego siguieron las protestas, sin incidentes destacados hasta llegar a un grave punto de inflexión.

En la undécima etapa con final en Bilbao hubo que neutralizar la etapa a 3 km de meta. No hubo ganador ni tiempos de clasificación. La revuelta marcó la agenda. Se buscaban decisiones, pero nadie sabía quién las debía tomar.

La organización seguía agarrada al cumplimiento del reglamento. El Israel no era un equipo invitado, sino que se ganó la participación por los puntos UCI. La propia UCI se expresó en términos semejantes. El equipo no tenía sanción alguna de ningún organismo internacional y su participación era lícita.

Protestas en cada salida y llegada

La Vuelta empezaba a tener un decorado habitual, protestas en las salidas, metas y diversos tramos de cada etapa, con las banderas palestinas como símbolo, además de pancartas alusivas, tipo "Stop genocidio".

La decimosexta jornada con meta en Mos Castro Herville, empezó a desquiciar al pelotón. Hubo que adelantar la meta 8 km por incidentes a 2,5 km de meta Ese día sí hubo un ganador: el colombiano Egan Bernal, en pugna con Mikel Landa. Ninguno de los dos sabía dónde estaba la meta. Improvisación.

Miedo en el pelotón

Ese día, en la "clásica" gallega, un manifestante que salió de improviso desde la ladera próxima a la carretera originó la caída del español Javier Romo, quien se retiró al día siguiente.

Preocupación en el pelotón ante los hechos que iban sucediendo. Había que tomar medidas, como garantizar la seguridad de los ciclistas. Se aumentaron los refuerzos policiales. Algunos corredores reconocieron "estar pasando miedo" y temían por su seguridad. En una reunión improvisada con el sindicato CPA, el colectivo optó por avisar con contundencia: "Si no se garantiza la seguridad, paramos la carrera".

Triste final

En la Sierra de Guadarrama, en la etapa más esperada de La Bola del Mundo, un grupo de manifestantes hizo una sentada al paso de los corredores que obligó a los mismos a pasar por los laterales de la carretera, cada uno como pudo.

Fue un día de máxima alerta, ya que los manifestantes propalestinos iban a coincidir con colectivos ecologistas contrarios a la llegada de la Vuelta a La Bola del Mundo, dentro del Parque Nacional de Guadarrama.

La Vuelta no entró a Madrid

Y en Madrid no hubo fiesta, ni esprinters orgullosos de levantar los brazos celebrando una victoria, ni ceremonia de premios, ni himnos, ni pudo subir al cajón Riccitelo, el estadounidense del Israel ganador del maillot blanco de mejor joven.

Caos en la capital. Cibeles, Neptuno, Atocha, la Gran Vía se convirtieron en un escenario de máxima tensión. Los manifestantes se impusieron por delante de orden y del respeto por la competición. Mala imagen de la Vuelta. Algo se intuía, pero ocurrió, y Vingegaard, el portugués Almeida, el británico Tom Pidcock y resto de galardonados subieron a las neveras a recoger sus premios.

En definitiva, un hecho sin precedentes, que nadie sabe si se extenderá en otras carreras o en otros deportes. La indignación en parte de la sociedad por los hechos de Gaza ha tenido su espacio en el pelotón de la Vuelta. Y así lo ha reflejado toda la prensa internacional.

Buscar soluciones será trabajo para las altas instituciones políticas. Las deportivas tiran de reglamento. Y ese reglamento no evitó que la Vuelta terminara en un parque público.

La Vuelta de las barricadas

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