San Martín de San Juan y un sueño efímero que duró menos de un año
A un año de su ascenso a Primera en diciembre de 2024, el Verdinegro volverá a la Primera Nacional y tiró al tacho más de cinco años de trabajo. ¿Y ahora?

Del éxtasis a la agonía. Del festejo interminable a la amargura absoluta. Del cabezazo de Nazareno Fúnez en Córdoba a los horrores defensivos en Mar del Plata. De tocar el cielo con las manos a un sueño tirado a la basura. Todo eso, en menos de un año, lo que duró San Martín de San Juan en primera división.
Porque ahora, la sensación es que los cinco años de esfuerzo, de laburo, de sinsabores e incertidumbre, no sirvieron para nada. Ese camino que tuvo que atravesar el Verdinegro para volver a la élite del fútbol argentino, no se correspondió con este fatal desenlace. No hay relación, ni mucho menos coherencia.
De entrada, un plantel que se armó como se pudo, no como se quiso. Con una colección de apuestas, referencias del ascenso profundo y un conductor de la casa que dio hasta que se le terminaron las ideas. Y un semestre olvidable que sería la base, frágil y endeble, para lo que vendría después.
San Martín (SJ) perdió con Aldosivi y descendió a la Primera Nacional
Porque ni siquiera la llegada de Leandro Romagnoli pudo cambiar la historia. Con un mercado de pases de invierno que no invitaba demasiado a soñar, el equipo nunca logró tomar vuelo. Se perfiló en la pista, prendió los motores, desplegó las alas, pero nunca logró despegar. Lo intentó, una infinidad de veces, con sus armas, sus herramientas, sus miedos y sus temores, pero siempre quedó mirando para abajo.

Lo que vendrá a partir de ahora es un mar de incertidumbre. Con la salida de Romagnoli y la casi segura partida de Miadosqui, todo hace indicar que San Martín de San Juan va por una especie de refundación, de reinvención, de volver a empezar. De rearmarse de cero, preparar el terreno y comenzar a afirmar los cimientos de una estructura que tendrá que ser mucho más fuerte que la anterior para que, la próxima vez, el sueño de estar en Primera División no dure menos de un año.





