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Aldosivi, del abismo al éxtasis

El Tiburón sigue en Primera. Pasó del sufrimiento al festejo, del desconsuelo a la alegría descontrolada. De verse afuera de la elite a mantenerse ella. El fútbol y la vida en 100 minutos.

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Por Ernesto Gallardo
Aldosivi
Con esta victoria, Aldosivi se salva y manda al descenso a San Martín de San Juan y Godoy Cruz.
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Todo parece tan fresco que aún cuesta decodificar aquel ascenso a Primera en Rosario ante San Martín de Tucumán el 3 de noviembre de 2024. Luego, para Aldosivi, una temporada trepidante y llena de dificultades. Tres técnicos, diferentes estilos y una definición angustiante para permanecer. Es menester hacer un borrón y cuenta nueva o será más de lo mismo en un futuro cercano. La picadora de carne siempre está preparada y devora a jugadores y entrenadores, de los más prestigiosos a los más comunes. Yllana, Charlier y Farré. Uno se lleva los aplausos.

Quizás esos cinco partidos ganados sobre seis disputados en el sprint final del certamen grafiquen cómo es el fútbol argentino, incluso en el último partido donde parece que 22 jugadores hubieran danzado en una licuadora. La gloria y el fracaso estuvieron servidos en la misma mesa. Ambos elencos bebieron esa poción que por momentos fue un bello elixir y por otros se transformaba en el veneno más traicionero. Todo eso pasó en 100 minutos ante casi 20 mil marplatenses exultantes. El Tiburón mordió el polvo y luego saboreó las mieles del triunfo salvador. Una definición explosiva que parece haberse diagramado adrede, una final que no era una final pero que cuadró así ante los dos peores equipos del año en la Zona A. No llegaron ahí por mérito sino porque los números les fueron esquivos a partir de magros resultados deportivos.

Marplatenses y sanjuaninos podría haber llegado a ese encuentro ya salvados del descenso o ya condenados. Pero las matemáticas pusieron a ambos clubes en esa situación extrema. En un dibujo del destino Aldosivi reaccionó a tiempo y venció 4-2 a San Martín y lo mandó al Nacional. Luego la gente festejó como si hubiera salido campeón. A no confundir. Hay que revisar el camino que estuvo lleno de espinas propias y ajenas y que para los planteles del interior siempre cuesta el doble. De una racha negativa en este mismo campeonato a otra diametralmente opuesta.

En este Clausura finalizado para el equipo, el saldo indica que jugó 16 encuentros ganando cinco, perdiendo ocho y empatando tres, totalizando 18 puntos. Guillermo Farré, el técnico de la salvación, dirigió los últimos nueve cotejos, con cinco victorias y cuatro derrotas. En cuanto a los fríos números, el DT recibió al equipo con el 25 por ciento de los puntos obtenidos y consiguiendo en su gestión el 55.56% de los puntos en juego. Desde aquella victoria ante Unión en Santa Fe por 2-0 el pasado 3 de octubre, excepto en la derrota previsible ante Racing, se ganó todo el resto. Contundente cierre.

Pero en la transición post Charlier, Farré se cargó tres derrotas al hilo que hacían suponer un desenlace catastrófico. Así era pato o gallareta. Chicha o limonada. Primera o Nacional B. Farré tragó saliva, encontró el equipo y el equipo respondió. Pero el hombre parece que en el último peldaño de la adversidad saca a relucir sus más bajas miserias, o bien su instinto de supervivencia se exacerba: “Antes del precipicio… cambiamos”, decía una frase robada de alguien. En un partido que no era una final pero lo fue, Aldosivi estuvo condenado, lo dio vuelta con espíritu salvaje, indomable y descarnado. Doblegó a San Martín futbolística y mentalmente en los momentos clave, dejando a los cuyanos como zombies y con respirador artificial.

Una semana antesAldosivi había vencido a Banfield en su feudo a los 50 minutos del segundo tiempo con un penal discutidísimo. El Tiburón aprovechó la coyuntura y encaró la recta final con el ánimo por las nubes y en Mar del Plata. No se le podía escapar.

Entre medio de esta situación definitoria la muerte enlutó al puerto y en especial al Tiburón. Un trágico accidente automovilístico en la Autovía 2 se cobraba la vida del directivo Josecito Moscuzza, exvicepresidente de la entidad y ante todo hijo de José Moscuzza. Un joven hombre del riñón del club. Un golpe durísimo que el equipo de fútbol capitalizó en triunfos para ofrendar la mantención de la categoría preferencial a la memoria del dirigente fallecido.

Andrés Yllana comenzó el año como entrenador luego del ascenso no sin antes poner en duda su continuidad si las condiciones contractuales no mejoraban luego de la obtención. Se llegó a un acuerdo y se armó un equipo solicitado por él, pero nunca despegó. Dirigió en Primera nueve encuentros de los cuales no ganó ninguno, empató dos y sumó siete derrotas. Sólo dos puntos. Afuera.

Se pensó en un hombre de la casa como interino y luego fue ratificado: Mariano Charlier. Su impronta, su apego a querer el fútbol con tenencia, su buena relación con el plantel y algunos resultados alentadores hicieron que su continuidad durara más tiempo. Dirigió 17 encuentros de los cuáles ganó cuatro, empató en seis oportunidades y perdió sietes. Sumó 18 puntos, elementales para la posterior salvación contando la famosa tabla anual. Fue un 35,29 % de efectividad para un hombre de la casa, un DT marplatense.

Números, números y más números. Pero esas cifras se construyen con hombres, los que patean la pelotita. Un campeonato digno del veterano arquero y capitán Jorge Carranza. Nada que discutir. Terminó siendo vital cuando las papas quemaban. Muy buen cierre del año de la dupla central que Farré bancó, Jonathan Cabral y Santiago Moya, como así también el marcador de punta por izquierda, Fernando Román. En el medio, la experiencia de Roberto Bochi y la vuelta de Federico Gino le dieron el equilibrio a una zona de gestación que ni Yllana ni Charlier habían podido consolidar. Del medio para arriba, Justo Giani terminó la temporada siendo la figura jugando como un media punta y a veces como delantero. La inexpresiva vuelta de Cervera y la venta de Elías Torres a Racing significaron que los entrenadores, ante la orfandad ofensiva, pensaran en De la Vega o Rami, que no cambiaron la ecuación.

Fin de año. El primer paso se logró: mantener la categoría. Lo que no es poco. Ese primer año es bisagra. ¿Seguirá Guillermo Farré luego de la epopeya? ¿El plantel se desmantelará? ¿Dejará Carranza el arco? ¿Se romperá el chanchito y se buscarán refuerzos de nivel? Todo puede pasar en este fútbol argentino que ya se cobró a dos elencos de Cuyo que pasarán a jugar en la Segunda División.

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