Pocas veces se ha visto a un Boca tan patético. Vergonzoso. Indigno. Puede parecer un montón tratándose de una primera fecha de torneo, pero sería un engaño no considerarlo así. Este Boca que empató sin goles con Argentinos es una continuidad del que terminó con un papelón su participación en el Mundial de Clubes. Y es casi el mismo del torneo pasado, salvo Braida y Pellegrino, llegados para ser suplentes de Costa y Blanco o, en el mejor de los casos, pelear un lugar. ¿Por qué entonces debería esperarse un cambio sustancial? No lo hubo y no es sorprendente. Con los mismos ingredientes, sale el mismo plato (sopa). Hoy no se escuchan puteadas porque el partido se jugó en cancha de Argentinos, pero en la Bombonera la historia habría sido bien otra. Más allá de la efervescencia por el regreso de Paredes que, quedó claro, podrá ser un excelentísimo jugador, hasta un crack, pero no es un superhombre. Y los problemas de Boca están más para ponerlo en manos de Superman -el nuevo, el viejo, cualquiera- que de Paredes.
Que Boca juegue defensivamente y cediéndole el protagonismo al Bayern Múnich es entendible, una consecuencia de la triste realidad del fútbol argentino. Pero que continúe la misma postura en La Paternal es demasiado. Argentinos no tiene a Kane ni a Olise, el que entra desde el banco no es Musiala sino López Muñoz. Y entonces, se hace difícil de aceptar que Boca no patee al arco en todo el primer tiempo (seis tiros del Bicho contra ninguno), que recién haya producido una llegada a los 53' (mano a mano mal definido por Merentiel en el único pase decente del chileno Palacios, de presencia inexplicable a esta altura), que la otra situación se produjera por un error en la salida del rival -ni siquiera por méritos propios- y que se haya desaprovechado porque Alan Diez Palos Velasco dio el pase lo suficientemente mal como para que la jugada se diluyera.
Este Boca sigue padeciendo a los mismos jugadores penosos y al mismo técnico, que no es Russo sino Riquelme, dicho con todo respeto y cariño por Miguelo, que vino a poner la cara y poco más. Russo es un tipo lógico, que no hace boludeces, y es el capitán del escuadrón antibombas, un tipo bicho que conoce el vestuario y las exigencias, pero que a esta altura de su vida da batallas contra enemigos mucho más importantes que la cátedra y los hinchas que le piden explicaciones por las ausencias reiteradas de Milton Delgado. Entonces el tipo va y lo mete, como para cumplir y apagar una mecha. Todos sabemos que Delgado no es del gusto del dueño del patio y, por otro lado, tampoco el que se queda afuera es Gago. Ni siquiera Varela, o Equi. No. Entonces, Russo les da prioridad a la hora del armado a los tipos por los cuales se pusieron cuatro o cinco palos: Alarcón, Belmonte, Palacios. O diez (Velasco). No a un pibe que viene de abajo y que es un buen jugador pero no el Mesías. ¿Braida por derecha cuando se destaca por izquierda? Y bueno, es el único tipo que pidió Miguel, él también puede darse un gustito, y si a la izquierda tiene que jugar Velasco, acomoda a su muchacho por donde cuadre. Total, nadie putea por la ausencia de Zenón, que fue importante alguna vez pero ya no lo es tanto. Y finalmente, a Russo, con los antecedentes que tiene, los títulos sobre la espalda y la empatía que genera que haya venido en estas circunstancias, sinceramente le chupa un huevo lo que digan. Así, sin eufemismos. Nada de lo que haga cambiará el concepto sobre su carrera.
Lo mejor del empate entre Argentinos Juniors y Boca
Respecto de su última presentación, alguno podría decir sin dudas que el equipo mejoró muchísimo. De empatar con un equipo amateur como local (en EE.UU. siempre lo fue) a igualar de visitante con uno profesional, hay una diferencia enorme. El tema es que ya nadie puede conformarse mintiéndose con esas huevadas. Las obligaciones de Boca son otras: ser y parecer un grande, hacerse protagonista de los partidos juegue donde juegue, ganar. No competir, ni convivir ni nada. Ser campeón, eso es lo que debe, porque está claro que en la tabla anual no se puede confiar -ya dependió de un repechaje y perdió. Y tanto River como Racing e Independiente tienen obligaciones más importantes.
Paredes -presente en el estadio- debe haberse vuelto estresado a su casa. Si salva a Boca de este infierno, tendrá el respeto y el agradecimiento eterno de la hinchada. Ahora, si las cosas no salen bien este semestre -y no hay muchas razones para ser optimista-, no faltará quien lo haga cargo. Es un peso demasiado grande el que tiene sobre la espalda y la ayuda es poca. Por empezar, tiene que encontrar socios que lo entiendan y jueguen a lo mismo que juega él. No sobran, todo lo contrario. Ya se habla de ponerlo el viernes, tal es la desesperación. Nada que sorprenda, en definitiva, en este mamarracho que vivimos día a día.
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