Ni Botafogo ni Flamengo. El verdadero milagro de este Mundial de Clubes, el verdadero batacazo lo dio Boca. Sin dudas. No hace falta siquiera pasar de ronda, llegar a los octavos de final. El empate ante Benfica y esta derrota por un solo gol contra un equipo como el Bayern, que un ratito sufrió, convierten al equipo de Russo en el que dio el mayor salto. Una variable de medición es la alegría de los hinchas de River, el cagazo que tenían cuando Boca lo empató con el golazo de Merentiel e iba por más. En el stream de Zeapp Sports, donde vivimos minuto a minuto el partido, la cantidad de usuarios se duplicó en el 2-1 de los alemanes: 90% de gallinas celebrando y desahogándose, vomitando entre risas el miedo que tenían de que Boca, en el grupo de la muerte, pasara de fase. Algo que aún no está definido, salvo un arreglo entre Bayern y Benfica.
Mirá también
Agustín Marchesín, filoso: "Ojalá que ganemos, se den los resultados y no haya nada raro"
¿Por qué es un milagro lo de Boca? Los invito a leer atentamente esta formación: Marchesín; Advíncula, Di Lollo, Costa, Blanco; Zeballos, Alarcón Battaglia, Braida, Saracchi; Milton Giménez. Y ahora díganme si no es un milagro perder por un solo gol contra un top five mundial de billetera, un equipo capaz de juntar a Olise, Kane, Coman, Gnabry, Musiala... Ese fue el equipo de Boca que terminó jugando contra el Bayern. La noche de Miami estaba pesada, ciertamente, por el calor y la humedad, pero Vincent Kompany, histórica figura del Manchester City que hoy es técnico del gigante alemán, nunca transpiró tanto. Le chorreaba el sudor por el cuello de toro por los nervios. Apuró cambios, tiró toda la carne porque ni con el baile del primer tiempo le había alcanzado. Boca, milagrosamente, había resistido. Había equilibrado con su actitud la enorme diferencia de jerarquía. La de los titulares y la de de los suplentes. Porque mientras Kompany mandaba a la cancha a Sané, a Musiala o a Upamecano; Russo contestaba con el Changuito Zeballos, Alarcón y Saracchi. Una broma de mal gusto.
Harry Kane: "Sabíamos que veníamos a un ambiente hostil"

Es difícil caerle a Miguel Ángel Russo por algo de lo ocurrido hasta el momento, pero sí es obligatorio preguntarse a quién mató Milton Delgado. Cómo pasó de ser un emblema del temperamento y la seriedad de Boca a ser el quinto volante central del plantel detrás de Herrera, Battaglia, Belmonte y hasta el insípido Alarcón, cuya incorporación va camino de convertirse en un meme a la altura de Janson, Martegani y tantos otros impresentables que fueron traídos vaya uno a saber por qué. Nunca quedará claro por qué Riquelme eligió a él, y no a Fattori o a Echeverría, ya que está empeñado en contratar jugadores de Huracán. Alarcón y su compatriota Palacios tienen la triste marca de no ser convocados a una selección chilena que es sinónimo de fracaso. Ni para estar en un plantel de fracasados les da el cuero. Que un bicho como Miguel, con buen ojo, capaz de transfundirle sangre a este plantel de verdes y frescos, opte por Alarcón suena raro. Igual que la salida de Zenón, el futbolista más peligroso de Boca hasta que fue reemplazado. Que se haya quedado en cancha la estrella de Instagram de los dientes blanquísimos es también una joda. No había tocado una pelota, no había hecho nada bien, el equipo jugaba con uno menos. Otra vez se huele la mano de Riquelme detrás de esas determinaciones extrañas. El ex Unión parece pagar el menor cartel respecto de Diez-millones-Velasco y Cinco-palos-Palacios. Sólo de ese modo se entiende que lo hayan reemplazado.
Mirá también
Qué necesita Boca para clasificarse a los octavos de final del Mundial de Clubes
El uno por uno de Boca: los puntajes ante Bayern Múnich, por el Mundial de Clubes
Delgado no es del gusto de Román, aunque no está claro por qué. Es un pibe de Boca Predio que anduvo bien en las selecciones juveniles y les enseñó el camino de la inteligencia y el sacrificio a algunos de su compañeros, advenedizos que no entienden dónde están. Pero tal vez no tiene un representante de la escudería y eso es un pecado mortal. Igualmente, creer que él iba a ser la salvación es una estupidez. Sí es cierto que probablemente habría sacado del área la pelota que Alarcón no pudo y que se transformó en el 2-1. ¿Conrtrafáctico? Sí, pero si nos basamos en experiencias pasadas...
Seis goles necesita Boca para quedarse en el Mundial. Seis a un equipo amateur como al Auckland, que se comió 16 en dos partidos. Y todavía no sabemos qué es Boca con la pelota en los pies y la responsabilidad de protagonismo. Hasta ahora, se sintió cómodo jugando de punto.
El tema es que ni con la media docena de goles alcanza: hace falta una mano del Bayern, ya clasificado, contra un Benfica que se jugará la vida. Un empate clasifica a ambos. Qué pasará, lo veremos el martes. De cualquier modo, este equipo de Russo está hecho. Recuperó el espíritu de lucha. No la suerte, probablemente porque a la suerte hay que ayudarla. Marchesín, que suele tener buenas atajadas, no te salva nunca. Advíncula vive al borde de la expulsión. Rojo está prohibido (ni con Costa tocado lo pusieron), Belmonte se la pasa discutiendo o en el piso, Palacios es inexplicable por dónde se lo mire, Zeballos será siempre Changuito, a Giménez no parece darle para la competencia internacional, Janson será Janson (qué condena), Cavani vive de camilla en camilla, como Romero, Martegani va de acompañante terapéutico, Fabra sigue pero nadie sabe por qué (igual que Javi García), Aguirre nunca jugó bien un partido y costó otros cinco palos. Es un milagro, muchachos, un verdadero milagro.
El gol de Miguel Merentiel para Boca ante Bayern Múnich (1-1)

Boca llegó hasta acá por ese cambio clave de ánimo que les metió el guerrero Miguel. Y por dos o tres jugadores que son los únicos que están realmente a la altura: Merentiel, gigante, intratable, efectividad pura; Costa, un defensor hecho para Boca. Blanco, que va y va, gane o pierda, y que tuvo que bailar con la más fea. Velasco jugó quizá sus mejores minutos. Con apenas ese puñado de virtudes, una espada de madera, Boca le hizo frente a uno de los equipos más y mejor nutridos del planeta, una de esas selecciones europeas de nivel galáctico. Es entendible entonces, que los cantos no paren, que las remeras sigan revoleadas por encima de las cabezas, que todo el mundo esté pendiente de nosotros. No hay nada que se nos parezca, en lo malo y en lo bueno. Mal que les pese a muchos. Eso sí: no podemos seguir así. La historia de Boca exige más. Hay que ser campeón, hay que traer jugadores en serio, no refuerzos falopa. Hay que limpiar un vestuario contaminado. Todos sabíamos, cuando el equipo viajó a Estados Unidos, que no íbamos a competir seriamente. Temimos papelones que afortunadamente no se dieron. Pero volverse sin pasar la primera fase sería un golpe al orgullo y al prestigio. La gente no se merece esto. Boca es demasiado grande. Y les queda enorme a los que mandan en este momento. Ojalá tomen conciencia del daño que nos están haciendo.
¿Fanático del Xeneize? Enterate todas las noticias de Boca Juniors a través de Zeapp Sports. Seguí nuestra página en Facebook o Google News. También podés registrarte gratis e indicar tus preferencias para recibir notificaciones en tu browser o bajate nuestra APP (disponible en Android & iOS). Accedé a todas las estadísticas de La liga profesional del fútbol Argentino.

No te pierdas nada