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Vida y obra de Vladimir Petković, el técnico que no ponía a Scaloni y enfrentará a la Selección Argentina en el Mundial

De Caritas en Suiza a la Coppa Italia con la Lazio y la Selección de Suiza: así fue el recorrido de uno de los entrenadores que enfrentará a Argentina en el Mundial 2026.

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Por Bruno Distefano
La increíble historia de Vladimir Petkovic
(James Baylis - AMA/Getty Images)
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Vladimir Petković no nació entre focos ni flashes. Su historia comienza en Sarajevo, en 1963, en una capital balcánica que era un mosaico de pueblos, idiomas y ritos. Hijo de maestros —su papá dirigía una guardería y su mamá era maestra— creció entre libros que sobrevivieron a todas las mudanzas y una pelota que lo obligó a aprender a compartir. La casa familiar fue un aula improvisada donde se alentaba a preguntar y la lectura era un acto colectivo; allí aprendió que el oficio de enseñar exige humildad y responsabilidad, y que la escucha vale tanto como la instrucción.

De joven militó en las divisiones del FK Sarajevo y formó parte del entorno que llevó al club al título de la liga yugoslava en 1985, una experiencia que Petković recuerda como una alegría colectiva más que como una promesa personal. El fútbol le dio oficio y le mostró la fragilidad del destino: en 1987, con contratos escasos y el clima político cambiando en los Balcanes, cruzó a Suiza en busca de continuidad. No fue una llegada triunfal; fue la historia clásica del migrante que arma su vida paso a paso: Chur 97, Sion, Martigny, Bellinzona, Locarno. Canchas modestas, compañeros con historias, entrenamientos a la tarde: allí se formó la paciencia que más tarde exigió a sus equipos.

Al colgar los botines, Petković tomó una decisión que en los circuitos del fútbol suena hoy a otro tiempo: trabajó en Caritas en la Suiza italiana entre 2003 y 2008. No era un gesto simbólico, se involucró en la recolección y venta de muebles y ropa, gestionó donaciones y atendió a personas sin hogar, inmigrantes y desempleados. Aquellas mañanas entre cajas y relatos le enseñaron la dimensión humana que luego trasladaría al vestuario: la escucha, la empatía y la idea de que el grupo es, antes que esquema táctico, comunidad. Esa etapa está documentada en varios perfiles periodísticos sobre su vida: fue, en verdad, parte constitutiva de su formación. “El altruismo sirve en el vestuario”, diría después, recordando que en ambas tareas trabajaba con personas, con historias, con pasado y futuro en tensión.

Vladimir Petkovic
(Paolo Bruno/Getty Images)

La transición al banco fue paulatina. Empezó como jugador-entrenador en Bellinzona (1997), pasó por Malcantone Agno y Lugano y volvió a Bellinzona; su trabajo llamó la atención hasta llevarlo al Young Boys, donde consolidó una imagen de entrenador serio y metódico y consiguió un subcampeonato de la Superliga suiza. El recorrido —con paradas en Suiza y una breve experiencia en Turquía con Samsunspor— trazó la senda de un técnico que prefiere la construcción paciente a los atajos.

El giro internacional definitivo llegó en 2012, cuando la Lazio lo anunció como entrenador. Con el equipo romano ganó la Coppa Italia 2012-13, un título que selló su paso por la Serie A y le dejó, además, una anécdota que hoy se lee con otra mirada: entre sus jugadores estaba Lionel Scaloni. No fue una relación ruidosa ni epopéyica; fue cotidiana: Scaloni recuerda a Petković como un técnico que hablaba claro, que corregía sin estridencias y que valoraba la discusión serena. Aquella convivencia en la Lazio, donde Petković mostró mano firme y coherencia, dejó huellas que hoy reaparecen en la previa del Mundial cuando el nombre de ambos vuelve a cruzarse. (ver crónicas y perfiles sobre su paso por Lazio y la Coppa Italia).

Su salida de la Lazio fue amarga: negociaciones con la Federación Suiza para ser seleccionador tensaron la relación con la dirigencia romana y provocaron su despido en 2014. Fue, en parte, el coste de un entrenador que pensaba a la vez en club y selección. La transición resultó, sin embargo, providencial: ese mismo año asumió como seleccionador de Suiza y condujo a la Nati (apócope de Nationalmannschaft) por un periodo de estabilidad y resultados; el equipo estuvo en Mundiales y Eurocopas, y en la Euro 2020 firmó una remontada inolvidable al eliminar a Francia en octavos y alcanzar los cuartos, la mejor actuación helvética en ese torneo en décadas.

Vladimir Petkovic
(Handout/Getty Images for UEFA)

Tras un paso breve por Bordeaux y un tiempo fuera del ruido, en 2024 asumió la dirección técnica de Argelia. La designación no fue casual, encaja con la complejidad de una selección africana con jugadores repartidos por ligas europeas y por el propio continente. Petković imprimió orden, priorizó la cohesión y condujo a los Fennecs hasta la clasificación para el Mundial 2026. Su nombramiento y trabajo en Argelia fueron reflejados por la prensa internacional y por comunicados oficiales de federaciones.

Hoy, mientras Argelia se prepara para compartir el Grupo J del Mundial 2026 con Argentina, Austria y Jordania, la biografía de Petković se lee como un puente entre lo íntimo y lo colectivo: del Sarajevo multicultural de su infancia a las colinas de Berna, de las mañanas en Caritas a las noches de pizarra, del modesto jugador de ligas menores al técnico que hoy debe medir fuerzas en una nueva Copa del Mundo. 

Si el fútbol puede contar una nación, Petković compone, con su biografía, una pequeña enciclopedia de migración, compromiso y paciencia. En un deporte que a menudo enfatiza la inmediatez, su carrera recuerda otra verdad: la grandeza a veces se construye en actos diminutos y sostenidos. Esa es la historia que Argelia llevará a la Copa; esa es la historia que, antes que los sistemas, define al hombre que hoy es la cabeza del proyecto.

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