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Esto antes no pasaba: los históricos disparates en el fútbol

Las polémicas decisiones de quienes mandan en el fútbol llevan más de cien años. Descensos anulados, aprietes, sobornos, árbitros sospechados... Una colección imperdible.

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Por Alejandro Fabbri
AFA
Argentino de Quilmes, perjudicado (y luego beneficiado) ya en 1909 por un fallo. No, muchachos, no es de ahora...
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Si quien está leyendo esto piensa inmediatamente que “esto antes no pasaba”, lamentamos informarle que no es así. Que los problemas en el fútbol nuestro nacieron hace muchos años y que quienes debían castigar a los que causaron problemas y promovieron líos y entreveros fuera y dentro de la cancha no lo hicieron. O, en todo caso, se hicieron los sonsos y se lavaron las manos.

El 4 de julio de 1909, Quilmes y Argentino de Quilmes cumplieron con una nueva edición del clásico que había nacido entre los rivales quilmeños. Los futuros cerveceros habían nacido en 1897 y dos años después lo hizo Argentino, hartos sus creadores de que los quilmeños de origen británico no los dejaran jugar en ese club. Por eso Argentino y por eso el Mate, como contraposición al té que les daban como cortesía en el entretiempo a los rivales de Quilmes.

Ambos sabían que una derrota los haría peligrar en la categoría. El choque fue en cancha de los cerveceros y el diario Norte lo recordó en su edición del 28 de junio de 1946: “Todos en la zona creían que el partido lo ganaría Quilmes, por la influencia del Secretario de la Liga, el Señor Williams. Los ingleses influyeron para el Sr. White, otro británico, fuese el juez del partido. Ganaba Quilmes 1 a 0 con gol de Murray y al inicio del complemento empata Hugh Goodfellow, el único de origen inglés entre los Mates. El árbitro cobra penal sin que nadie hubiese advertido la infracción.”

Muchas protestas de los visitantes, clima enfervorizado y penal que remata Morgan, delantero quilmeño y detiene José García. El juez alegó algo y lo hizo patear de nuevo. En ese momento, los hinchas de Argentino invadieron el campo: bastonazos, trompis, puntapiés y el escape de los jugadores y el juez White hacia los precarios vestuarios. El comisario Valdez bajó de la tribuna pidiendo orden a los gritos y recibió un tremendo bastonazo que le fracturó la nariz. La Liga resolvió anular los descensos de ambos equipos y, para hacer más entretenido el torneo de 1910, aprobar el ascenso de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires.

La división del fútbol de Primera en dos Asociaciones se produjo en 1919 y duró siete años. En la Argentina, que tenía el aval de la FIFA permanecieron Boca, Huracán, Estudiantes de La Plata, Porteño y Almagro, además del recién ascendido Eureka. El grueso de los clubes se fueron a la flamante Asociación Amateurs: allí se participaron River, Racing, Independiente, San Lorenzo, Vélez, Ferro, Platense, Atlanta, Gimnasia LP, Tigre y Sportivo Barracas, entre otros.

El encono y la división duró siete temporadas y para 1927 -por pedido expreso del Presidente de la Nación Marcelo Torcuato de Alvear, se reunificó el fútbol porteño, quedando con 36 equipos en la A. Algo que se mantuvo durante cuatro años hasta el inicio del torneo profesional, en mayo de 1931, con la mitad de sus participantes. Vale recordar que en Santa Fe ocurría lo mismo: la liga la formaban Unión, Sportman, Central Santa Fe, 9 de Julio e Instituto Tráfico y en la liga santafesina estaban Colón, Independiente, Peñarol, Santa Fe FC y Central Argentino.

En Córdoba también se dividió el fútbol: La Liga Cordobesa se partió al medio, ya que Belgrano, Instituto, Vélez y Comercio se quedaron con el nombre, mientras que Talleres, Juniors, Peñarol y Audax armaron otro grupo. En esos años, se anulaban los descensos en muchos torneos. Por ejemplo, Estudiantes de Buenos Aires y Quilmes gambetearon el bajar a la segunda categoría en la Asociación Amateurs, que en un comunicado explicó sus ¿razones? “Pese a encontrarse condenados a descender, se presentaron a jugar todos los partidos, lo cual demuestra un espíritu deportivo que debe ser reconocido.”

River
Gol de Bernabé Ferreyra en 1932 contra el Estudiantes de Los Profesores.

En 1932, la desesperación de los dirigentes de River por ganar el campeonato era evidente. Boca había sido el primer campeón profesional en 1931, igual que en 1930, el último de la era amateur. Encima, River apenas había ganado una estrella, en 1920. El 14 de agosto, la pequeña cancha de Estudiantes de La Plata se llenó para ver a la fabulosa delantera Pincha, los famosos profesores, formada por Lauri, Scopelli, Zozaya, Manuel Ferreira y Guaita, midiendo fuerzas con el River millonario que había traído al tremendo goleador Bernabé Ferreyra.

River vencía 2-0 a los quince minutos y después de diez minutos más de juego, Zozaya empalmó un centro que hizo reventar la pelota en la parte baja del travesaño y entró, aunque luego la rechazó un defensor visitante. El juez Vicente de Angelis se negó a dar el gol, diciendo que le parecía que no había entrado. Cayeron algunos proyectiles, De Angelis se fue a su casilla con sus colaboradores (los vestuarios eran construcciones de madera) y la policía invadió la cancha, obligando a los futbolistas a irse a sus camarines. Tras quince minutos de espera, el árbitro regresó al campo y ante el asombro de todos, cobró el gol. El partido continuó y el final fue muy caliente, terminando empatado 3-3. Desde esa tarde, quedó grabado en la memoria de todos como El Gol de la Casilla. La versión más conocida fue que mientras De Angelis se sentaba en el banco de su camarín, asomó un revólver de grueso calibre por la única ventana de la habitación y el juez se apuró para cobrar el gol. Hace 93 años.

El torneo de segunda división de 1939 se definió en un hexagonal por el único ascenso. Banfield, All Boys, Sportivo Dock Sud, Barracas Central, Temperley y Defensores de Belgrano fueron los participantes. En la primera fecha, el Taladro derrotó por 3-2 a Barracas en el Gasómetro de Avenida La Plata. La actuación de varios jugadores barraqueños dejó muchas dudas. De hecho, mientras Banfield seguía sumando más puntos que el resto. El Tribunal de Penas de AFA convocó a jugadores de Barracas y el 2 de enero de 1940 hablaron el juez José Bartolomé Macías, además de los futbolistas Valle, Figueiras, Sosa, Villanueva y Speridioni, todos del albirrojo.

El Tribunal resolvió, el 18 de enero, suspender por un mes al club Banfield y expulsar al dirigente Torraca. Las palabras de los protagonistas convencieron al Tribunal de promesas de buen dinero para aquellos que aceptaran dejarse ganar. Soborno, una palabra que ya era conocida. El 29 de febrero de 1940. El Consejo Directivo de AFA revocó la sanción a Banfield y celebró su ascenso a Primera División. Apenas dos clubes decidieron no aprobar semejante vergüenza. El delegado de San Lorenzo y otro que representaba a Lanús lo hicieron. Los otros veintisiete no tuvieron problema en rehabilitar al Taladro pese a la confesión de los jugadores. Para compensar el disparate, la AFA no le permitió jugar a Banfield en las primeras cinco fechas (ante Newell’s, Vélez, Huracán, Boca y Lanús). El equipo, bien reforzado, pudo mantener la categoría sin inconvenientes.

Podríamos seguir un buen rato, contando otras historias que dejaron huella fuerte, como el cuasi ahorcamiento del juez Osvaldo Cossio a fines de 1946, cuando el hombre dio como válido el tercer gol del puntero San Lorenzo, que se ponía 3-2 ante Newell’s, en el Parque Independencia. Los hinchas locales rompieron el alambrado, invadieron la cancha y agredieron a jugadores visitantes y a la terna local. Cossio fue sacado por la policía, pero una turba logró agredirlo a trompadas fuera del estadio y estuvo a punto de colgarlo en un árbol, aunque dos agentes lo impidieron. El juez -tres días internado en un sanatorio rosarino- escribió en su informe que “el partido quedó suspendido cuando faltaban 70 segundos”.

En Buenos Aires, la AFA suspendió la fecha del domingo siguiente y el Tribunal de Penas, conducido por un hombre de Boca -perseguidor de San Lorenzo- obligó a que se jugasen los 70 segundos, en dos tiempos de 35 segundos cada uno. No son horas, ni minutos, usted está leyendo bien: segundos. El partido duró eso y terminó como había quedado. Boca, quedó claro no pudo alcanzar al Ciclón, que ganaría el torneo por cuatro puntos de ventaja. La piña que logró desmayar a Alfredo Di Stéfano en Villa Crespo, cuando River festejó su título y mandó al descenso a Atlanta en 1947, también contribuyó al mal ambiente contra los árbitros, que venían haciendo una colección de malos rendimientos, ignorando penales, negándose a cobrar faltas violentas cuando quienes las provocaban eran jugadores de equipos poderosos.

La lista es interminable y los detalles llevarían demasiados minutos de lectura. Lo cierto es que nada empezó ahora, siempre hubo problemas, las divisiones entre los clubes, la lucha de egos, cinco poderosos con voto calificado en los años treinta y uno para el resto, cosa de que siempre ganaran los grandes 15-13, agresiones adentro y afuera de la cancha, fallos que no tenían ningún justificativo, anulaciones de penas, de descensos y de títulos (Argentinos Juniors no pudo ascender tras ganar el torneo de 1940 de Segunda porque su cancha no estaba en las mejores condiciones) y cambios permanentes de la estructura del torneo.

Repitamos juntos: "Esto antes no pasaba". Lo único que no había pasado es que se le diera el título y la copa de campeón a un equipo que sumó mas puntos en la tabla anual, como Rosario Central, pero de manera retroactiva. Sin avisarle a nadie. Sin premiar, de la misma forma, a Vélez, Racing y River x 2, que ganaron los torneos largos anteriores. ¿Esto volverá a pasar? Mmmmm...

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